Epílogo

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Kageyama había logrado recuperarse después de tres meses. Hinata nunca se apartó de su lado, aunque claro, no pudo salvarse por más tiempo de faltar a la preparatoria.

Después de que sus padres hablaran con el director se le permitió regresar dos meses antes de que Kageyama lograra recuperarse por completo.

—¿No puedo quedarme hasta que se recupere?—dijo Hinata mirando a sus padres con un puchero mientras señalaban a Kageyama, quien se encontraba dormido en la camilla.

Su madre negó con una sonrisa en el rostro por las quejas de su hijo.

—Hinata Shoyo... regresarás a la preparatoria a partir de mañana—había dicho su padre con un tono serio, a lo que Hinata chasqueó la lengua y apartó la mirada, sabía que cuando sus padres lo llamaban de esa manera no representaba ningún juego de su parte.

—No te preocupes Shoyo, podrás venir a visitarlo todos los días después de la preparatoria—Hinata no estaba del todo conforme con esa propuesta, pero no le quedaba más que aceptar. Era eso o nada.

—Hablando de volver a las actividades normales... —Takeda entró en la habitación con las manos tras la espalda. Se acercó a Hinata quien lo miraba con un poco de impresión por su aparición—No debes revelar nada de lo que realmente pasó. Si preguntan simplemente fue un atentado contra tu familia, Tobio simplemente desapareció y no sabes nada de él.

Hinata asintió a las indicaciones que le estaba proporcionado.

Así fue como lo hizo. Una vez pisó la entrada, tenía a varios de sus compañeros encima, además de a varias personas más, después de todo era el chico al que secuestraron a plena luz del día y en una preparatoria.

Cuando Kageyama salió de la base Takeda le había dado el resto del día libre. Con esa noticia, subió a un auto que sería para su uso particular desde ese momento.

Después de unas cuantas horas manejando revisó la hora en el tablero y regresó la mirada al frente, ya comenzaba a entrar a la ciudad. Hinata aún estaría en la preparatoria, así que iría por él para darle una sorpresa.

Estacionó unas calles antes de la entrada principal y caminó hasta poder estar frente al enorme edificio.

Claramente no podría volver a mostrar la cara por ahí, así que, para que no lograsen reconocerlo, se colocó una gorra con el logotipo de Hollywood, unas gafas oscuras y una chamarra negra.

Se recargó en uno de los árboles que rodeaban la entrada y esperó pacientemente. En pocos minutos la campana que marcaba el final de la jornada de clases resonó por todo el lugar.

Kageyama se irguió cuando vio cómo los estudiantes comenzaban a salir del lugar. Una cabellera naranja se movía entre la multitud, su cabeza gacha y las manos en sus bolsillos desviaron la atención del camino.

—Oi... Naranja humana—fue lo que dijo Kageyama en un tono lo suficientemente alto como para llamar la atención del más bajo.

Hinata detuvo su caminata, abrió sus ojos como platos, impresionado por lo que acababa de escuchar. Levantó poco a poco su cabeza para poder observar al dueño de esa voz, aunque sabía de sobra quién era.

Cuando levantó por completo su rostro pudo ver a Kageyama frente a la entrada principal, vestido con algo totalmente ridículo, pero eso no le importó. El único que pensamiento que corría por la mente de Hinata fue:

¡Está aquí!

Hinata corrió lo más rápido que pudo hacia Kageyama, quien lo esperaba con los brazos abiertos y una enorme sonrisa en su rostro.

Hinata se abalanzó hacia Kageyama, quien lo atrapó en el aire. Para matar el impulso dió un par de vueltas abrazando al pelinaranja, ambos reían estruendosamente haciendo que algunas miradas se posaran en ellos.

—¡Estás aquí! Pero... ¿Cómo?—dijo Hinata una vez Kageyama lo depositó suavemente en el suelo—Creí que te darían de alta hasta mañana.

—Así era, pero dijeron que no habría problema con dejarme salir un día antes—dijo colocando una mano en el cabello de Hinata para poder desordenarlo.

—Me alegra que hayas venido—dijo Hinata ofreciendo una radiante sonrisa al más alto.

—Vamos—dijo Kageyama tomando la mano del pelinaranja para guiarlo hasta el auto en el que había llegado hasta el lugar.

Durante el camino a casa Hinata le habló sobre varias cosas, con las que Kageyama estaba más que alegre de escuchar. Entre ella estaba el hecho de que había encontrado a alguien con quien almorzar.

—¡Es increíble, su nombre es Yamaguchi Tadashi! Hay un chico que siempre lo acompaña, es algo irritante, pero eso no importa, mide 1.88, se llama Tsukishima Kei—dijo Hinata emocionado. Kageyama tenía una sonrisa ladeada mientras escuchaba a su novio contarle las cosas que hacía en la preparatoria.

—Me alegra que estés acompañado—dijo dirigiendo miradas rápidas al chico a su lado.

Cuando llegaron al apartamento del más bajo la madre del chico recibió al más alto con un abrazo cariñoso.

—Me alegra que estés aquí Kageyama, de hecho estaba por ir a buscar a Shoyo para visitarte—dijo soltaba al más alto del abrazo en el que lo había atrapado.

—Gracias señora Hinata—dijo Kageyama apenado por las palabras de la madre de su novio.

Después de una riña por parte de la madre de Shoyo (por llamarla "señora Hinata" y no "Chinami") ambos se encontraban en el cuarto del más bajo hablando de cosas sin sentido, pero después de un rato el ambiente se transformó en uno un poco más serio.

—Mañana tendré que volver al trabajo—dijo mirando al pelinaranja que estaba sentado frente a él. Este asintió y bajó un poco la mirada. El pelinaranja sabía que eso pasaría en algún momento, solamente quería evitar un poco el tema y disfrutar el tiempo que tendría con el ojiazul. Soltó un suspiro y se acercó lentamente hacia Kageyama, quien lo miraba expectante.

—Déjame disfrutar esto—dijo abrazando a Kageyama. Pronto estaban acostados mientras se abrazaban el uno al otro.

—Te amo Hinata—dijo el más alto mientras acariciaba lentamente el cabello del pelinaranja, quien estaba profundamente dormido—Volveré después de cada misión y no me separaré de tí hasta que me asignen otra, no importa que tan difícil sea, volveré por tí.

Poco tiempo le llevó a Kageyama caer dormido junto a Hinata.

El más alto cumplió la promesa que le hizo al pelinaranja. Después de cada misión—siempre y cuando fuera una hora razonable—regresaba al apartamento de la familia Hinata, aún con el uniforme puesto y uno que otro golpe en el rostro.

Hinata no podía evitar sentir miedo por la persona que amaba, pero recibía un poco de calma cada vez que veía la fotografía que el más alto le había dado aquel día, antes de salir al bosque.

Los días que Kageyama regresaba siempre terminaban en el cuarto del más bajo en los brazos del contrario. Todo era perfecto, una que otra pelea, pero lo hacían funcionar a su manera.

Eso era lo único que necesitaban. El uno al otro.

Guardaespaldas (Kagehina)Where stories live. Discover now