Capítulo 43

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—Bueno... — comenzó a decir Aya mientras soltaba un suspiro y leía una vez más lo papeles de su tablilla—Tiene cuatro costillas fracturadas, ha sido un milagro que ninguna llegara a perforar el pulmón; los cortes alrededor de su cuerpo no son muy profundos, pero algunos requirieron sutura para poder cerrar con mayor facilidad; las quemaduras son de segundo grado, además de ser muchas y estar distribuidas por todo su cuerpo; al parecer le administraron una toxina de la que aún no estamos seguros de su composición, su cuerpo se encargará del proceso de desintoxicación; perdió un litro de sangre entre los cortes y la herida de bala, algo que tardará un poco en recuperar; Los golpes son bastante fuertes, por el momento se encuentra en un estado de conmoción cerebral por lo que es probable que no despierte dentro de unos cuantos días.

Hinata sintió como su cuerpo se tensaba ante las palabras de la doctora, las voces se escucharon lejanas, podía ver como Kuroo movía sus labios, no lograba entender qué era lo que decía. El aire se atascó en sus pulmones, parecía reacio a entrar y ejercer su labor. Sintió una mano posándose en su hombro con delicadeza, algo que lo sacó de su ensoñación.

─ He tratado a Tobio desde que era un niño y ... puedo decirte que él despertará, no se rendirá, ha pasado cosas peores que esta ─ Hinata asintió de manera lenta ante las palabras de la doctora, a lo que ella le ofreció una sonrisa ladeada —Pueden pasar de forma individual, cuando lo traslademos a un cuarto podrán entrar todos—los presentes asintieron y vieron a Aya alejarse por el pasillo.

Se dirigieron una mirada y Kuroo habló rompiendo el silencio.

—Bueno... Yo creo que Hinata debería entrar—dijo mirando al más pequeño, nadie se opuso a la nominación de Kuroo, por lo que el pelinaranja se sonrojó y asintió para comenzar a caminar hacia la puerta de la que había salido la doctora.

Suspiró y abrió la puerta con sus manos temblorosas, su corazón no dejaba de retumbar en su lugar. Cerró la puerta tras de sí, respiró profundo y se giró para poder ver a Kageyama tendido en la cama de la habitación. Tenía una intravenosa conectada a una cuántas bolsas de suero, una máquina marcaba los latidos del corazón del más alto, su cuerpo estaba totalmente cubierto de vendas, en su cuello relucían las marcas de dedos que en algún momento intentaron matarlo.

Hinata apretó sus labios e intentó contener sus lágrimas, pero no pudo evitarlo por mucho tiempo. Había llorado tantas veces que creía que de un momento a otro estaría totalmente seco y comenzaría a llorar sangre.

Se acercó a paso lento y tembloroso a la cama, tomó la mano de Kageyama entre las suyas y, sin soltar su agarre de su mano, dirigió la otra hacia su rostro golpeado, el toque fue tan suave, como si temiera que Kageyama se rompiera al momento en que lo tocara.

—Debes aguantar ¿Sí?—dijo con la voz ahogada, las lágrimas caían por su rostro sin detenerse—Cuando... estábamos en la furgoneta... me dí cuenta... de que... yo te amo.

Dijo mirando el rostro de Kageyama, como si esperase a que este reaccionara a sus palabras pero no lo hizo, su corazón se estrujó y siguió hablando a moco tendido.

—Tuviste que pasar todas esas cosas por mi culpa... y entendería si ya no me quieres cerca de tí... pero necesito que despiertes para poder decirte todo esto... yo te amo, te amo tanto... no sé qué hice para merecerte—Hinata besó la mano de Kageyama mientras lloraba desconsoladamente, necesitaba a ese chico, necesitaba que lo abrazara y le dijera que todo estaba bien.

Después de un rato acariciando el rostro de Kageyama, le dió un beso en su frente y luego en sus labios agrietados y le susurró al oído, como si temiera que alguien más lo escuchara.

—Sé que despertarás y yo estaré aquí cuando lo hagas—dijo para luego caminar hacia la salida. Quería quedarse más tiempo, todo el día si era posible, pero sabía que los demás también querían verlo y no quería ser egoísta.

Guardaespaldas (Kagehina)Where stories live. Discover now