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Amelia con sus ojos llorosos, asintió agradecida

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Amelia con sus ojos llorosos, asintió agradecida.
Jamás en su vida pensó que le debería tanto a una foto...

- Escucha cuando salga, bloquearás la puerta con la silla. - ordenó, guardándose una navaja en la cintura. - No vas a abrir para nada. Aún con todos los disparos y gritos que oirás. ¿Entendido?

- Si-i... ¿Y que haré con esto? - preguntó, señalando el taser.

- Te lo dejaré. No voy a ser tan mierda, de dejarte sin un arma.

Daymon con todo listo, se dirigió con cuidado a la puerta. Entreabriéndola despacio, fijándose si habían guardias afuera.

Para su suerte, solo estaba el hombre enclenque que le propinó el golpe con el bate. Resguardando la puerta de la entrada, en caso que Daymon escapara.

Daymon esbozó una sonrisa de oreja a oreja. Acercándose rápidamente a él por la espalda, tapando su boca con su mano para evitar que gritara mientras lo metía a la habitación.

Sin dejarlo responder, Daymon giró su cuello con fuerza antes que reaccionara. Ocasionando que este se desmayara al instante, dejándose caer contra el rasposo suelo.

Sin perder tiempo, arrastró el cuerpo fuera de la habitación para cerrar la puerta atrás de él.

- Amelia... - susurró en la puerta. - Haz lo que te ordené. Volveré pronto...

Daymon se relajó al escuchar como colocaba los seguros y la silla.

Ya tranquilo, miró de reojo el cuerpo del inerte chico, soltando un suspiro.

Con pasos sumamente tranquilos, se dirigió a descargar toda su ira como la maldita bestia que era.

Mientras avanzaba con cuidado, escuchó a lo lejos unas fuertes risas proviniendo de un cuarto lejano. Avanzó hasta este, ocultándose detrás de un muro para tratar de ver cuántos eran.

- ¡...Y así lo golpeé! ¡Ja, ja...! ¡Ese grandulon solo es puro músculo! - exclamó entre risas uno de ellos. - ¡Te apuesto a que solo resiste un golpe!

Daymon ni siquiera le tomó importancia al comentario estúpido del tipo. Simplemente observó frente a él, a las otras 5 personas sentadas en una mesa disfrutando y bebiendo entre risas.

Notó de inmediato como estos sólo tenían barras o bates de metal a sus lados.
Ninguno portaba un arma para suerte de él.

- ¿Que harías si lo tuvieras frente a ti? - bromeó su compañero.

- ¡Le daría un fuerte puñetazo en las bolas para que se le quite los humos de grandeza! - declaró entre risas.

Daymon soltó algunas risas en burla, saliendo de su escondite para caminar hacia ellos con suma tranquilidad.
No le importó que lo descubrieran, y menos cuando los vio incorporarse totalmente alarmados.

Atrápame, si puedes... | ✔Where stories live. Discover now