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Colgó sin escrúpulos

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Colgó sin escrúpulos. Pasando a enviar un mensaje corto, posiblemente a su compañero.

"Evan, encuentra a esta mujer. Se llama Elizabeth"

Le envió la foto de aquella mujer de rojo, apagando su celular para disfrutar el viaje.

- Lo noto un poco feliz señor. - comentó Manuel.

- ¿Se nota mucho? - reprimió su sonrisa.

- Parece que la joven, lo entretuvo bastante.

Le respondió con una disimulada sonrisa. Era inevitable no decir que le resulto encantadora.

Mientras el pequeño viaje continuaba tranquilo.
Daymon se percató de un olor dulce en particular. Miró a su alrededor, buscando de donde podría provenir. Terminando por observar su saco a su lado.

Se relajó en su asiento, acercando la prenda hacia él. Había encontrado el causante de la fragancia dulce.

Aspiró el aroma que se había impregnado en el. Sonriendo de oreja a oreja al saber de quien era.

- Cerezas... - susurró para sí mismo.

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Victoria seguía en aquella "casa blanca". Pequeña, pero sin ningún tipo de amoblado en toda la vivienda.

Largó un suspiro, cruzando por la sala, el comedor, hasta salir al patio cercado. Este daba al otro lado de la morada.

Pero...
¿Que hacía ahí, si tenía un pent house de lujo?

Casa Blanca era una casa cebo.
Solo lo usaba en caso que debía despistar o escapar de alguien. Podía esconderse o dejarla de señuelo con facilidad.
Así nadie sabría de ella... Después de todo, la casa era una réplica de una casa normal. Con la pequeña diferencia de que nadie vivía ahí.

Victoria al pasar la cerca, vio el auto encargado de recogerla frente a ella.

- Buenas noches, señorita Victoria. - saludó el conductor, abriéndole la puerta.

- Buenas noches Luis... - saludó, subiéndose. - Vámonos, muero de sueño.

Descansó un poco en el auto mientras era llevada de vuelta a su hogar.
Ya en el Blanks, este la dejó en el elevador personal de su garage.Que convenientemente estaba unido a su pent house.
Subiendo agotada a su hogar.

Las puertas se abrieron. Saliendo de ahí dando unos cortos pasos, entrando a su sala. Miró a los lados hasta chocar miradas con Rosa.

- Señorita Vito... ¿Ya terminó la celebración? - preguntó Rosa, levantandose del sillón donde estaba mirando una novela.

- Algo así... Perdón por interrumpirte.

- No se preocupe señorita. ¿Desea que le prepare su ropa?

Atrápame, si puedes... | ✔Onde as histórias ganham vida. Descobre agora