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Kelsey suspiró nerviosa mientras miraba el vestido negro tendido sobre la cama. Había tomado la decisión de presentarse en el evento de Justin y ya no había vuelta atrás. Esa era su última oportunidad, si la desperdiciaba perdería a Justin para siempre.
—Todo saldrá bien Kels —alentó Nathan mirándola desde la cama.
—Espero que así sea —respondió Kelsey con temor.
—Estaremos contigo esperándote afuera —dijo Violet palmeándole el hombro—. Además estaremos en Los Hamptons nena.
—¿Y? —elevó las cejas.
—Si te rechaza al menos estarás en un buen lugar —bromeó.
—¡Violet! —exclamó Nathan mientras le tiraba un cojín—. No ayudas para nada.
—Sinceramente no —admitió Kelsey.
—Solo estoy bromeando chicos. Todo saldrá bien, verás que Justin amará verte allí.
Kelsey mordió su labio inferior sintiendo como se le revolvía el estómago. Sabía que esa era literalmente la última oportunidad de recuperarlo, y si salía mal solo quedaba sufrir hasta poder olvidarlo.
Había pasado una semana desde que fue a su empresa y no pudo subir, por lo que también se cumplían dos semanas sin verlo. No había noche que no extrañara sus brazos rodeándola con fuerza antes de dormir, su respiración pesada sobre su cuello, los besos de buenos días y los besos que le daba a lo largo del día. Sinceramente no había algo que no extrañara de él.
Se preguntaba si a Justin le agradaría verla allí o si se molestaría por estar siguiéndolos. Esas preguntas rondaban su cabeza desde que se le cruzó la idea de ir al evento beneficiario, pero ninguna tenía respuesta. Solo la tendría si se presentaba en el lugar y lo comprobaba por sí misma.
—¿Cuánto tiempo tenemos antes de irnos? —preguntó Kelsey mientras estrujaba sus manos.
—Tres horas —respondió Nathan mientras miraba la pantalla de su celular.
El evento comenzaba a las ocho de la noche, pero ellos debían salir antes porque estaban a dos horas del lugar. Los nervios de Kelsey aumentaron, sabía que una vez dentro del auto ya no había vuelta atrás para la locura que estaba por cometer.
Nunca se imaginó haciendo algo así por un hombre, ella siempre había sido más reservada y no perdía el orgullo por nadie. Pero con Justin era diferente, lo extrañaba y lo amaba con cada parte de su corazón, y ya no podía imaginarse lejos de él. Tampoco se perdonaría perderlo por su maldito temor, ya lo había vencido recordándose a sí misma que tal vez las cosas saldrían bien, ahora solo quedaba conseguir el perdón del rubio que no salía de su cabeza.
—Aún tienes tiempo nena, relájate o te inyectaré un tranquilizante —dijo Nathan haciéndolas reír.
—Que buen amigo —respondió Kelsey con sarcasmo sintiéndose más relajada.
