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Maratón 2/3.
Justin apretó los puños a sus costados y se acercó a Jessica molesto. Estaba intentando parecer tranquilo porque su hija estaba allí presente, pero si no fuera por eso ya la habría mandado a la mierda.
—¿Qué haces aquí Jessica? —preguntó.
—Te ha llamado toda la mañana para decirte que Avalanna te extrañaba y quería estar contigo, pero no has respondido en ninguna ocasión. Y ya puedo entender la razón —miró de mala manera de Kelsey.
—Eso es mentira Jessica, tuve mi celular todo el día y en ningún momento llegó una llamada tuya —negó con su cabeza molesto—. ¿No será que en realidad tú querías venir aquí a ver que estoy haciendo con mi vida? —se cruzó de brazos.
—Claro que no Justin. Avalanna quiso venir porque te extrañaba.
Justin pudo notar como su hija, quien se había colocado detrás de su madre, negaba con la cabeza ante las cosas que decía su madre. Frunció aún más el ceño al ver que la había metido nuevamente a la niña en un asunto que no le correspondía.
—Ava sabe que puede llamarme si eso pasa, y desde ayer por la mañana que la dejé en tu departamento no he recibido ninguna llamada.
—Pero he decidido llamarte yo Justin. No digas cualquier cosa para defender a tu zorra —señaló a Kelsey.
Kelsey frunció el ceño al oírla llamarla de esa forma. Prefería cerrar la boca porque Avalanna no tenía por qué oír todas esas barbaridades.
—¡Jessica! —exclamó Justin—. Kelsey, ¿puedes llevarte a Ava a la cocina por favor? —preguntó.
—C-claro.
Kelsey tomó la mano de Avalanna y desaparecieron de la sala dejándolos a solas.
—¿¡Qué mierda tienes en la cabeza Jessica!? —exclamó Justin furioso.
—¡Avalanna quería verte!
—Deja de meter a la niña en todo esto, vi perfectamente como negaba con la cabeza mientras decías todas esas mentiras —la apuntó.
Jessica tragó grueso y se corrió el cabello de la cara.
—¿Qué haces con la maestra? —preguntó cambiando de tema.
—Eso no es de tu maldita incumbencia Jessica —negó con su cabeza—. ¿¡Cómo se te puede ocurrir decirle a Avalanna que no la quiero ver para estar con alguien!? ¿¡No te das cuenta que le haces mal con todas tus estupideces!? —gritó.
—Deja de gritar Justin —pidió.
—¡Y una mierda! —respondió intentando calmarse—. Tú estás loca Jessica, así solo lograrás que pida la custodia completa de Avalanna.
—¡No harás eso! —exclamó.
—Si lo haré si sigues metiéndole mierda en la cabeza —la apuntó.
