diecisiete

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Justin abrió los ojos y bufó molesto al oír que su celular sonaba sobre la mesa de noche, estiró un brazo y atendió sin mirar quién era

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Justin abrió los ojos y bufó molesto al oír que su celular sonaba sobre la mesa de noche, estiró un brazo y atendió sin mirar quién era.

—Diga —dijo con voz ronca.

—Justin, hermano, me alegra saber que estás vivo. Hace dos días que no me respondes los mensajes —oyó que dijeron del otro lado de la línea.

—Jordan, ¿en serio me estás llamando a esta hora para preguntarme si estoy vivo? —preguntó aprentando la mandíbula.

—Me preocupo por ti Justin, además son las nueve de la mañana. Levántate o te pediré el divorcio —bromeó y ambos soltaron una carcajada.

—Oh no, otro divorcio no —respondió con fastidio y se sentó en la cama.

—¿Estás ocupado hoy? —preguntó.

—Esta semana estoy con Avalanna y desde noviembre no va más a la escuela, pero si quieres puedes venir en la noche —ofreció.

—Que mal, ya no puedes ver a la maestra con la que no pasa nada hasta el año que viene —dijo y Justin sonrió ampliamente.

No le había contado a nadie lo que tenía con Kelsey. Pero luego se lo contaría a su mejor amigo.

—Es verdad, que triste —le siguió el juego.

—Solo quería saber si estabas vivo Bieber, más tarde nos vemos. Adiós Ross Geller —dijo provocando que Justin soltara una gran carcajada.

—Adiós hermano —saludó y cortó la llamada.

Se recostó nuevamente sobre las suaves almohadas e ingresó a WhatsApp para verificar los mensajes. Sonrió ampliamente al ver que tenía un mensaje de Kelsey deseándole buenos días. Le respondió deseándole lo mismo y se levantó de la cama para ir directo al baño.

Mientras la lluvia artificial caía sobre su cabeza, no podía dejar de pensar en esos ojos verdes y esa sonrisa que tanto lo volvía loco últimamente. Por más que intentara, no podía quitarla de su mente en ningún momento. Desde el primer momento en que la vio lo impresionó, y ahora que comenzaba a conocerla más se le hacía imposible alejarla de su cabeza.

—Mierda Kels —bufó y siguió duchándose.

Una hora después terminó de colocar las donas que había encargado sobre la bandeja al lado de la chocolatada para Avalanna y su taza de café. Había decidido sorprenderla con un desayuno en la cama. Desde que la niña no iba a la escuela, casi no pisaba su empresa cuando le tocaba a él cuidarla, quería aprovechar al máximo el tiempo con su hija.

Tomó la bandeja y subió las escaleras hasta que llegó a la habitación de su hija. Dejó la bandeja sobre el cofre con juguetes que había en la punta de la cama y se acostó a su lado.

—Nena —llamó con voz suave mientras la movía levemente—, es hora de levantarse —informó.

—No papi —bufó y se tapó hasta la cabeza.

Teacher ➵ j.bWhere stories live. Discover now