Todos tienen un antes y un después marcado en el momento que coincidieron en aquella aula de clases. Sin saberlo, las primeras miradas fueron el inicio de la montaña rusa en la que se transformarían sus vidas, pero claro, con su música de fondo.
Veg...
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De verdad que habría preferido irme a vivir en el techo... O algo así.
Vegeta permaneció callado la mayoría del tiempo, iba a pedirle que se quedara un momento en mi habitación pero sólo miró hacia otro lado y resopló, negando con la cabeza. Algo hizo clic instantáneamente.
Estoy saliendo con el chico que aloja a su ex novia en su casa.
El pequeño estado de ebriedad se evapora un poco con cada mirada incómoda que le veo darme después de esa negativa que me da, debe regresar a su casa, parece que él igualmente perdió la noción del tiempo y ahora luce inquieto. El trayecto hasta la puerta principal se me hace demasiado rápido, odio sentir que se perdió tan deprisa esa buena sensación que teníamos entre los dos. Pero supongo que de esto se trata regresar a la realidad, acabamos de salir de una gran burbuja.
Termino por carraspear un poco.
—¿Dónde dormirá?
Mi pregunta no necesita más explicación, él la entiende y no demora en responder.
—La sala de ensayos. Raditz ocupa la de invitados, entonces ella va a dormir en el sofá cama.
Asiento, desbloqueando la puerta mientras vuelvo a hablar.
—¿Por qué tanto odio?
—¿Eh?
—Cuando hablaste de ella dio esa impresión, y tú mismo dijiste que no acabaron bien —destaco. Me giro y puedo ver su típico ceño fruncido—, ¿Por qué?
Sabe que de mí no se escapa. Vegeta estira su cuello y mira por los pasillos, a la parte de arriba de las escaleras y nuevamente da un vistazo atrás suyo. Me sorprende tanta discreción antes de poder decirme, y ni siquiera tras cerciorarse de que no hay nadie a la vista se digna a hablar, en cambio señala la salida con un leve movimiento de cabeza.
Giro los ojos y nos vamos, no cierro del todo la puerta. Avanzamos por el camino de entrada hasta el sitio donde anteriormente estuvimos, sólo que en este momento no hay auto en movimiento ni un sol ocultándose. La brisa nocturna me hace suspirar y volver a cruzar los brazos, movimiento que él imita... O realmente soy yo la que imita desde un inicio.
