Todos tienen un antes y un después marcado en el momento que coincidieron en aquella aula de clases. Sin saberlo, las primeras miradas fueron el inicio de la montaña rusa en la que se transformarían sus vidas, pero claro, con su música de fondo.
Veg...
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—Debí pedirle su número de teléfono, ¿No es así?
Algo similar a un bufido fue lo que obtuve de respuesta.
—Pero que estúpida soy. ¿Crees que soy estúpida?
Él me observa, recostado, sin hacer nada.
—Oh que lindo, gracias. Ayudame ¿Qué debería hacer?
Alza la cabeza recostándose del otro lado, me evita con todo su ego y mira el espejo sobre el tocador.
—¡Espera! —grito, levantándome y corriendo a ese lugar—. Debe estar por aquí… A ver…
Saco unos pequeños cajones con papeles y algunos anillos o brazaletes. Gruño y prácticamente hago un desorden, hasta que casi salto de la emoción al encontrar cierto rectángulo arrugado con un nombre garabateado por mí.
—¡Gracias! Eres un genio —le digo al grandulón que se encuentra muy relajado en mi cama, mientras avanzo y me dejo caer a su lado. Se acerca y siento su respiración en mi cuello, por lo que rio—. Te amo, te amo, te amo.
Se oye un ladrido divertido y luego Rocky comienza a jugar con mi cabello suelto.
Decido hacerle después una broma con el teléfono a Vegeta, ahora que tengo de nuevo en mis manos su número. Agradezco ser ordenada —quizás un poco viciosa al tener una cajilla con números telefónicos— y no haberlo arrojado a la basura por flojera.
Se podría decir que sigo algo impactada y no asimilo del todo lo que sucedió ayer por la noche, en cuanto a Goku y sus… Viejos problemas. No puedo evitar sentirme algo mal por él, es decir, nadie debería pasar por eso. Y él que se ve tan agradable y amigable ¿Qué habrá sucedido como para que acabara en aquello?
Ganas de preguntar no me faltan, pero no nos conocemos aún lo suficiente como para poder tener esa magnitud de confianza, por lo que no mencionaré nada y mantendré distancia, es lo que veo mejor para no incomodarlo. Lo entiendo más de lo que cree.
