CAPÍTULO: 44

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LOLA

Una de las cosas más valiosas que he aprendido de mi madre es el valor de la palabra mujer. Mujer es sinónimo de vida. Han sido grandes figuras femeninas, sin despreciar las contribuciones de los hombres, las que han sacado parte de este mundo adelante, con la mínima ayuda de muchos, defendiendo sus ideales, librando miles de batallas. Así lo hizo mi madre conmigo, sacó adelante su pequeño mundo para regalarme a mí otro mejor y más grande.

Marie Curie y su más que merecido premio Nobel, aspirando a ser la primera catedrática en la Universidad de París por su descubrimiento. Rosa Parks, reconocida como la primera "dama de los derechos civiles" de los afroamericanos en los Estados Unidos. Valentina Tereshkova fue la primera mujer que nos hizo comprobar cómo, el espacio infinito, también está a nuestro alcance. Tras su viaje a bordo del Vostok 6, se graduó en ingeniería espacial. Pero ella no fue la única que se emprendió en un tedioso viaje, Amelia Earhart fue la primera mujer en cruzar el océano Atlántico en avión.

La gran Coco Chanel, marcando un antes y un después en el mundo de la moda. Durante la Primera Guerra Mundial, ella tomó la iniciativa aboliendo los opulentos vestidos en las mujeres, para vestirlas con prendas mucho más ergonómicas y cómodas. Sobra decir que, por aquel entonces, catalogar unos pantalones como masculinos estaba a la orden del día.

Benazir Bhutto, se proclamó la primera mujer elegida como ministra de un país musulmán. Virginia Woolf, escritora del modernismo británico y uno de los máximos referente feministas que continúa vivo. A día de hoy, nosotras, nuestras madres, podemos ejercer nuestro derecho a voto gracias a Clara Campoamor. El trasplante de órganos no sería posible sin la contribución de Gertrude B. Elion, premio Nobel de Medicina en 1988.

Y la inefable América, mi madre, la pólvora que dio vida, en parte, al grupo de jóvenes chicas que esta mañana, encabezábamos la marea violeta tiñendo las calles de la ciudad. Ella siempre quiso formar parte de un grupo hecho por y para mujeres, luchando codo con codo por la igualdad que, durante todos estos años, me ha inculcado como valor fundamental. Hoy, su deseo se ha hecho realidad, aniquilando cualquier tipo de expectativa. América forma parte del espíritu de Voces Violetas. Nuestro grupo feminista.

—¿En qué piensas?

Sobre la azotea de aquel viejo hotel abandonado, nuestro rincón particular, la grave voz de Lukás me sostiene del trance, al mismo tiempo que los rayos del sol de la tarde son arropados por densas nubes de color gris ceniza, cubriendo su luz por completo. Su pelo rubio cae rebelde por su cuello, azotado por el viento que comienza a levantarse, dejando libre su rostro bajo las opacas gafas negras. Las mismas que, debajo de mi ventana hace unas horas, me he encargado de retirar y contemplar sus castaños ojos, perdiéndome en las salpicaduras doradas que decoran el límite de sus pupilas, bañándome en mi reflejo. Después, he venido el segundo beso de la tarde.

—Hoy hemos tenido un encuentro feminista con más grupos de diferentes barrios, una marcha pequeña, pero ha sido genial. Me he sentido tan bien— sonrío, recordando la voz de Gala al megáfono, con su sombra de ojos morada y purpurina. La pancarta que Fátima y Abril sostenían juntas, caminando justo detrás de mí—. Pensaba en mi madre, le hubiese encantado estar allí.

—Lo ha estado, allá donde tú vas una parte suya te acompaña. Ha sido así desde que me hablaste de ella por primera vez— sonríe. Sonríe y yo me dejo caer—. Ella está muy orgullosa de ti, y yo también.

Con una mueca graciosa difuminándose en mis labios, repaso el bordado que marca el final de las manga de su camiseta negra, descendiendo por fosa de su codo, hasta detenerme en la parte posterior de su muñeca, donde me distraigo trazando círculos concéntricos en su piel. Mi mente viaja libre desprendida de mi yo corpóreo, deparándose en la suerte que tengo con él, en lo poco que me importa el ayer, y lo inquietante y excitante que me resulta un futuro a su lado. Hasta el punto de sentir millones de mariposas queriendo salir por la boca de mi estómago. Decirle que le quería ahora, hubiese sido lo más correcto, incluso puede que Lukás esperase algo así de mi parte. En cambio, mis ojos navegan hasta sus labios, esos labios donde me quedaría a dormir toda la vida.

OXITOCINA (EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora