CAPÍTULO: 31

269 39 281
                                    

LUKÁS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LUKÁS

Verano, hace aproximadamente dos años.

—Luna, mi compañera de clase de arte dramático, da una fiesta en su casa esta noche —me informa Samuel, terminando su segunda cerveza de la tarde—. Anímate y pásate por allí, habrá buena música y conozco a unos cuantos amigos que te gustará conocer.

Los rayos del sol inciden sobre la mesa metálica que sostiene nuestras bebidas en una de las terrazas más solicitadas de la calle­. Tomo entre mi mano el vaso en forma de jarra helada y bebo de ella, meditando su petición. Me vendría bien distraerme un poco. Esta última semana he estado realmente ocupado en cuanto al trabajo en las prácticas de la editorial y las laboriosas tareas de la universidad. El estrés ha podido conmigo en varias ocasiones, causándome serios bloqueos, afectando tanto a mis proyectos creativos personales como en el poder disfrutar de mi vida social.

Esta ha sido la primera vez que he podido pisar la calle para pasar un rato con Samuel en esta terraza.

—Mándame la ubicación al teléfono móvil, tal vez me pase por allí después de cenar.

—¿Has vuelto a quedar con ella?­­­ —me pregunta alzando una de sus cejas, insinuante, con una mueca divertida dibujada en su rostro. La barba de un par de días cubre su mentón, manchado ahora por un poco de espuma blanca.

—Sí. Descubrimos el otro día mientras paseábamos, un restaurante vegetariano no muy lejos de aquí y vamos a ir. Hemos quedado en media hora delante de la facultad de Economía.

Una risa traviesa por parte de mi amigo y compañero de piso, llega hasta mis oídos. Me limito a interrogarle con la mirada hasta que es él quien se digna a tomar la palabra.

—Quiero mi asiento reservado para la boda, en primera fila.

—¡Venga ya! Sabes que no la veo de ese modo.

—Ya... A ti tal vez puedas engañarte Lukás, pero a mí no­.

Samuel, con su mano cerrada en un puño, me propicia un suave y amistoso golpe sobre el hombro, chasqueando la lengua al mismo tiempo que yo muestro una falsa cara de dolor ante su gesto. Ambos terminamos uniendo nuestras risas en un nuevo brindis de nuestras enormes bebidas heladas.

Deposito el recipiente de cristal sobre la mesa antes de retomar de nuevo el hilo de la conversación anterior, pendiente de una respuesta por mi parte. Una respuesta de la que ni yo mismo termino de estar seguro.

—Lola es diferente y sé que suena a tópico. Pero es el tópico en el que caería una y mil veces sin cansarme nunca de repetirlo —me sorprendo al pronunciar esas palabras—. Con ella siento que puedo ser yo mismo, algo que nunca se me ha permitido con total libertad. Ya sabes por qué. He crecido en el ambiente de la perfección, donde el éxito solo entiende de dinero y excepciones, todo lo demás conlleva al fracaso. Desde que vi entrar a Lola en aquella sala de cine, a medida que fui conociendo su persona, comprendí que no hay mayor éxito que ser uno mismo. Ella ha conseguido en semanas lo que nadie me enseñó, me aporta transparencia, calma, pureza. Se ha convertido en un gran apoyo para mí.

OXITOCINA (EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora