CAPÍTULO: 62

89 18 36
                                    

LUKÁS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LUKÁS

El amor nos convierte en seres adictos. Podría culpar a mi cerebro de ello, o a las obstinadas e ingobernables neurotransmisiones que ejercen la oxitocina y dopamina a nivel cerebral. Que el amor se localice en una determinada área del estriado, asociada con las adicciones a las drogas, explicaría que, este singular y puro sentimiento, es realmente un hábito, moldeado por un deseo sexual que se retroalimenta por medio de una recompensa. Sin embargo, si no encuentro rastro de respuesta en el claro y conciso sentido de la lógica y la neurología, tan solo puedo redimirme a la opción de encontrarme a mí mismo, de forma absoluta e irremediable, en la sensación sobre cómo sentencié el inconfundible calor de Agosto en pleno Diciembre dentro de mis entrañas con un sutil roce de sus labios sobre los míos, acallando cualquier ápice y resquicio de la soberbia que me protege del mundanal frío.

Cada noche, con la tenue luz que viste a la reina de los satélites, acunando mis mejillas, mis sueños se tiñen con el matiz oscuro de sus cabellos rebeldes y ansío despertar junto a ella, como un poeta desea exaltar la belleza y misterios que desentrañan las propias y desconocidas palabras.

Me fueron más que suficientes los segundos que empleamos en cruzar una primera y furtiva mirada en aquella pequeña sala de cine para saber que, más temprano que tarde, te convertirías en naufragio, isla y rescate. Que me llevaría a perder la cordura con su sonrisa sincera y amable y tus piernas infinitas.

La calidez y el sabor a hogar de sus labios, impregnando mi alma con salpicaduras de colores ocres y amarillos, fundiéndose en mi pecho como lo hacen las pinturas de óleo sobre el lienzo virgen del porvenir. La humedad y textura de su lengua perfilando mis comisuras y dando rienda suelta a un sentimiento de vértigo que nunca antes mi cuerpo había experimentado. Sus manos enredadas en mi cabello, librando la ardiente batalla del primitivo corazón contra el manipulable raciocinio entre las arrugadas sábanas de un domingo cualquiera. Domingos que adquirieron sentido con el vaivén de tus caderas y mi salvaje y desconocido anhelo de sentirme yo mismo de nuevo.

Yo amo a una mujer que está enamorada de mí, y eso no se traduce en coincidencia o destino, es un acierto colocado en el instante y momento idóneo, protegido por las montañas y mares que nos rodean. Ni siquiera me atrevo a hablar de un golpe de suerte, es mucho más. La afable respuesta que le otorgaré a mi futuro cuando mi pasado me pregunte por su olor, por como la vida resultó una trepidante aventura cada vez que entrelazaba mis dedos con los suyos, por cómo hacer el amor cada mañana, cada tarde y las mil y una noches, se transformó en mi auxilio y su éxtasis en mi bocanada de aire fresco.

El amor nos convierte en seres adictos. Qué gran verdad. Ingenuo de mí, durante aquel verano, al querer vendar mis ojos antes una realidad tan aplastante y abrumadora como delicada. Ingenuo de mí que no supe ver hasta que mis tristes ojos se toparon con la inmensidad de su propio huracán en su mirada, porque ahora no concibo un lienzo rebosante de tonos fríos y oportunistas, ni caigo víctima de las garras afiladas de una sociedad ciega y sorda y su ruido. Ahora quiero que todas mis guerras tengan su final entre sus piernas, quiero compartir sus metas y hacerlas mías, quiero hacernos vibrar tan alto que nos desgarremos la voz al reír.

Ahora que me he encontrado, no me permito perderte. 





¡Bonicos míos! Como os dije, os traigo un nuevo capítulo de la novela. Un capítulo cortito de Lukás ❤ Hacía mucho tiempo que no escribía uno así y me muero de ganas por saber vuestras opiniones. 

🔥AVISO🔥 de que, en el siguiente capítulo, vienen curvas fuertes. Así que, agarraros, porque despejamos juntos. 

Nos leemos, os admiro ❤

María 

OXITOCINA (EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora