✿ Capítulo 10 ✿

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—¿Conoces a Luchito? ¿El hermano menor de Ada? —dijo mi madre.

¿Que si lo conocía? ¡Claro que lo conocía! Y bastante bien para mi mala suerte...

Tuve que hacer un gran esfuerzo por no emitir un gran grito ahogado, que pugnaba por escapar de mi pecho.

¡Dios mío! ¡Cuánto dolor cabía dentro de mí! Y lo peor de todo, tenía que aparentar que todo estaba bien frente a mi madre, frente a Diana y frente a Luis.

—Sí, mamá —contesté—. Olvidas que fue gracias a él que me reencontré con los Villarreal.

—Verdad. ¡Qué volada que soy! —indicó dándose un pequeño golpe a la cabeza con su mano derecha—. Si nos lo contaste cuando estábamos en el centro comercial. A esta edad ya no recuerdo muchas cosas.

—Suele pasar cuando ya se tiene cierta edad —dijo Diana observándome a los ojos, con esa mirada que empezaba a odiar.

¿Acaso era una indirecta hacia mí?

—Hola de nuevo —mencionó Luis.

¡Su saludo me sonó tan falso!

—Mucho gusto —manifesté, siguiendo con esa farsa y mirándolo a los ojos.

Creí que me iba a desviar la mirada como antes, pero no lo hizo. Él también me observó de manera fija y con mucha pena. Parecía que, con eso, quería decirme algo.

¿Acaso eran sus disculpas hacia mí? ¿Alguna excusa burda para justificar su mentira, al no sincerarse conmigo y decirme que no había terminado su relación con esta señorita tan antipática? ¡Quién sabe! El asunto era que, en estos momentos, no había excusa que valiera. La verdad era tan clara y obvia ante mí, que no había nada más que decir entre nosotros.

—Bueno, voy a ver en qué puedo ayudar a Blanca en la cocina —indicó mamá mientras se levantaba del sofá y se iba de la sala, sacándome de mis pensamientos y aliviando en algo la tensión que me carcomía.

—Señora, no se preocupe —observó Luis—. A mi mamá le encanta hacer de anfitriona.

—¡Bah! Me aburro al estar sentada aquí sin hacer nada.

—Pero...

—No te preocupes, jovencito —lo interrumpió mi madre—. Aparte de que estoy aburrida, tengo un montón de cosas que hablar con Blanca. Hace años que no la veo. Y ustedes son jóvenes —señaló observándonos a Luis, a su novia y a mí—. Pueden quedarse aquí conversando sobre otros temas.

Luego de decir esto eso, mamá se dirigió a la cocina. Y de nuevo, los tres en discordia, estábamos ahí solos: Luis, Diana y yo.

Queriendo hacer cualquier cosa que me aliviara la incomodidad que experimentaba en esos momentos, recordé porqué tenía la escoba en una mano y el recogedor en la otra.

—Bueno, si me permiten, voy a limpiar lo que ensucié hace un rato.

—¿Cómo se te ocurre? —indicó Luis levantándose de su asiento y dirigiéndose hacia mí—. Yo lo haré por ti.

—Lucho, ella fue quien derramó el jugo en el suelo. Déjala que lo haga.

¡Tan entrometida como siempre! Empezaba a odiarla.

—No te preocupes. Yo lo ensucié y yo lo limpiaré —acoté.

—Eres nuestra invitada —insistió Luis, poniendo su mano derecha sobre la mía para quitarme el recogedor que tenía.

—Pero... —señalé al mismo tiempo que alejaba mi mano del contacto con la suya.

Mi orgullo herido me impedía, siquiera, tener algún contacto físico con él. No podía. ¡No quería hacerlo nunca más!

Decídete, Margarita [Saga Margarita 1] ✓ - [GRATIS]Where stories live. Discover now