10. El lago de los sueños

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Me quedo sin palabras decir que Emanuel esta triste es poco, su rostro se contrae y lágrimas comienzan a rodar de sus ojos.

No puedo hacer nada más que abrazarlo, lo envuelvo en mis brazos y acaricio su espalda con suavidad. Sé que perdió a sus padres, pero todavía no me ha contado como los perdió y no es algo que me atreva a preguntarle en estos momentos.

—Tranquilo, ellos siempre estarán contigo. —Musito.

—Pero se fueron demasiado pronto.

—Sé que es doloroso te entiendo Emanuel, pero debes ser fuerte por ti y por ellos.

No sé las razones por las que ellos murieron, pero sé lo que se siente perderlos, hay días en que lloro desconsoladamente pensando en los míos y la forma injusta en que me fueron arrebatados, bueno la forma injusta en que mi padre decidió terminarlo todo.

Entre sollozos susurra. —¿Ahora lo ves? —Alzo las cejas sin entender. —Es un lugar mágico, porque me tiene llorando frente a ti.

—Emanuel es normal que llores.

—Para mí llorar no es normal, no frente a una chica.

—Deja esos pensamientos arcaicos, los seres humanos independientemente sean hombres o mujeres poseen sentimientos, por lo cual es normal que de vez en cuando lloremos.

—No me gusta cuando te pones regañona.

—Nada de regañona, solo trato de ayudarte.

—¿Una loca como tu puede ayudarme? —Cuestiona divertido.

—Yo solo estoy loca por ti, pequeño duende.

—¿Duende? —Repite.

—Es que tu estatura es muy baja. —Rio.

—No puedo negarlo. —Se encoge de hombros. —Hay otro lugar que quiero mostrarte, ahora veremos los peces que vuelan. —Bromea.

Ruedo mis ojos. —Otra vez con eso Emanuel.

—Está bien no hay peces voladores, pero prometo que verás algo increíble. —Asegura.

Dejamos el santuario de las rosas y nos adentramos más en el bosque, lo que mis ojos ven a continuación es increíble. El lago de la vida o al menos parecido, una enorme extensión de agua poco profunda, con miles de piedrecitas de colores en el fondo, en algunas se pueden apreciar nombres escritos.

¿Qué rayos?

Al rededor del lago hay una cerca dorada con un enorme cartel sobre ella que anuncia: El lago de los sueños, y en letras mucho más pequeñas está grabado lo siguiente: Pide un deseo y lanza tu piedra al lago, si esta flota tu sueño se hará realidad, si la piedra se hunde tu sueño nunca se cumplirá.

¿Es broma no?

Es decir, una piedra no puede flotar ¿Cierto?

Claro que no puede, por Dios estoy delirando, las piedras no flotan.

Emanuel se gira para quedar frente a mí. —Sé que no crees en esas cosas, pero quisiera que lo intentáramos. —Hace un puchero. —Mis padres lo hicieron hace años y el sueño de mamá se cumplió él de mi padre no. —Añade con cierta nostalgia.

—¿cuáles fueron sus deseos? —Pregunto invadiendo su privacidad.

—Elena...

—Necesito un incentivo para creer en esto. —Pido.

—Está bien, mamá pidió casarse con papá, él pidió... —Arruga su cara. —Pidió envejecer con ella y su piedra se hundió.

—Como sabes que pidieron eso ¿Te lo mencionaron alguna vez?

—Leí sus diarios. —Menciona un tanto avergonzado.

—¿Tu padre tenía un diario?

—Sí, cuando era joven.

—Comprendo. —Digo secamente.

La cara de Emanuel denota decepción sé que quiere mi apoyo en esto, así que pondré mi lógica por un lado y veamos que hace la magia.

—Voy a intentarlo, por ti. —Entrelazo mis dedos con los suyos.

Se suelta de mi mano. —Si no quieres está bien.

—Quiero hacerlo. ¿Quién no necesita un poco de magia en su vida? —Expongo emocionada.

—Ven aquí Loquita. —Me acerca a él para luego besarme.

—Ahora bien ¿Cómo funciona esto?

—Primero, toma mi mano. —Hago lo que me dice y tomo su delicada mano. —Ahora tienes que cerrar tus ojos y pedir con todo tu corazón un deseo, algo que desees en verdad.

Lo que desees en verdad.

Automáticamente mi mente piensa en ellos.

Padres...

Vivos...

No, no puedo pedir algo imposible, tengo que pedir algo que se pueda cumplir, pero ¿qué? Algo que me haría feliz en verdad... ¡Sí, eso es! que Emanuel nunca más vuelva a ocultarme cosas o mentirme, no soportaría otra mentira más, no después de haberle abierto mi corazón.

Así que lo pido. Deseo que Emanuel no vuelva a mentirme...

—Bien, ¿estás lista? —asiento y él me hace una señal para que juntos lancemos las piedras. —¡Ahora! —Los dos lanzamos nuestras piedras y estas se rozan en la superficie por un momento, luego la mía comienza a hundirse y me asusto.

¿Por qué se hunde y la de Emanuel no?

No logro entenderlo, su piedra se queda flotando y luego de unos segundos, aparece una pequeña corriente que la arrastra a un lugar que recién veo, una parte del lago tiene muchas piedrecitas flotando, mientras que otras solo se quedaron en el fondo.

¿Qué demonios es todo esto?

¿Lo de la magia es cierto?

¿Mi sueño no se hará realidad?

¡¿porqué?!

Emanuel me observa con cierta lástima, así que intervengo antes de que mencione algo. —No importa, además no es tu culpa.

—Elena, lo siento. —Me abraza.

Mientras estoy entre sus brazos pienso en la situación que me rodea.

Mi deseo fue que Emanuel no volviera a mentirme y si el lago tiene razón, significa que él siempre me ocultara cosas.

No quiero dejarme llevar por esto, pero la nota en la cerca fue muy clara, "si la piedra se hunde, tu sueño nunca se cumplirá"...

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