Capitulo Ocho

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Sábado 6:00am (17h antes de la clase)

Los golpes en la puerta eran cada vez más fuertes. No conocía la razón ni quien provocaba aquel ruido, pero si su objetivo era despertarme lo consiguió; ahora si su meta era que me levantara de mi cómoda cama, entonces temo decir que fracasara. No tenía idea de que hora era, pero no me importaba. No abandonaría mi lugar, aunque hubiera un terremoto nivel ocho en la escala de Richter, incluso aunque me encuentre en el piso doce del hotel.

No había dormido nada en toda la noche, los recuerdos me persiguieron en mis sueños de una manera tortuosa y cruel. Al parecer el sueño con Brucer fue el detonante para la cascada de recuerdos reprimidos en mi cabeza. Todos los secretos y errores que cometimos hace años fueron devueltos a mi conciencia en un desfile de culpa y remordimiento.

Nunca entendí porque soy la única que se siente de esta manera. A pesar que los demás demostraron un poco de arrepentimiento con todos los incidentes que provocamos, superaron todo con extrema rapidez. Solo siguieron sus vidas, ignorando todas las personas que lastimamos y las consecuencias que desencadenaron nuestros actos.

Por mi parte, sigo sintiendo el mismo malestar, como el primer día que me di cuenta el dolor que ocasionamos. Por años he enterrado todo el pasado, pero hay marcas que ni el tiempo o la voluntad pueden borrar.

Yo soy un claro ejemplo de eso.

Un zumbido sonó en mi habitación seguido de un pequeño clic. Me gire sobre mi estómago para comprobar como la puerta de mi habitación se abría para dar paso a la anfitriona de este evento.

Las puertas de la habitación eran de alta tecnología como todo el complejo, se abrían solo con reconocimiento facial. Sin embargo, más de un rostro podía ser grabado en la memoria de acceso de las puertas. Mel insistió que cada una debía estar registrada en la habitación de la otra, así podíamos «visitarnos cada vez que quisiéramos». Fueron sus palabras, no las mías. Estaba demasiado cansada anoche como para protestar, de igual modo ella no me dejo opciones, simplemente se paró frente al sensor y registró su rostro luego de obligarme hacer lo mismo en su puerta.

Mel encendió la luz y retiro las cortinas, para evitar que la claridad me cegara me oculté debajo de las sabanas con molestia mientras la rubia luchaba con levantarme.

Grecia tienes que levantarte. La bienvenida comenzará en una hora, ya casi todos están aquí.

Intenté explicarle que estaba muy cansada y que bajaría luego, pero solo logré soltar un montón de gruñidos.

Grecia, vamos. Puedo arreglarte rápido. Solo levántate y báñate, yo me encargo del resto.

Con fuerza, Mel me obligó a ponerme de pie y caminar hasta el baño, donde me hizo tomar una ducha fugaz con agua fría. Sin embargo, seguía sintiéndome pesada y aletargada.

Sabia que no debía dejarte tomar tanto -exclamó

Me había olvidado por completo de ese detalle. Ahora entiendo porque sentía que estaba en el cuerpo de un elefante. No soy de las de armar show cuando estoy ebria, podría decirse que resisto bastante el alcohol en el momento que lo estoy bebiendo, pero al día siguiente me despierto como un zombie desastroso. Sumando el agotamiento y la falta de sueño a la ecuación, es un milagro que esté despierta.

Después de la ducha, Mel me recuesta en la cama y me ofrece una taza con líquido humeante.

Te traje café. Bébelo mientras elijo el atuendo que usarás.

Estoy demasiado cansada para rebatir, con las pocas fuerzas que obtuve de la ducha, recibo la bebida y la llevo a mis labios. El líquido caliente hace maravillas en cuanto lo tomo, poco a poco recupero mis sentidos mientras observo a Mel hurgar en mi armario, desechando toda mi ropa.

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