Capitulo Veintisiete

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—¿Dobby? —Nate llamó de nuevo.

La chica cerró sus ojos con dolor, dejándose caer de rodillas con las manos cubriendo sus oídos. Su compañero, por su parte, se lanzó sobre Nate con indignación, lo tomó por el cuello de su camisa y lo estampó contra la pared más cercana.

—¡Su nombre es Debby! —expulsó con odio.

Killian y Scott intentaron separarlos, pero ambos estaban demasiado débiles para ganar esa pelea. El único que podría ayudar era Brucer, pero este no daba señales de querer interferir, de hecho, observaba todo con desinterés.

Me detuve a estudiar a los chicos: Debby seguía en el suelo, sollozando y balbuceando palabras que no comprendía. A diferencia de su compañero, su piel no estaba cubierta de arena negra, solo me percaté de algunas manchas en su rostro y vestimenta, que consistía de una falda roja y camisa blanca, al igual que el chico solo que este tenía un pantalón en vez de una falda.

Observé al chico, su rostro me seguía pareciendo familiar pero por más que lo intentaba no podía dar con su identidad, lo cual era extraño debido a mi memoria fotográfica. Supuse que si su cara estuviera limpia sería más fácil recordarlo. A propósito, me causaba curiosidad como habían terminado en ese estado.

Seguí observando el rostro enojado del chico que forcejeaba con Nate hasta entendí que no era arena lo que estaba en sus rostros. Era humo.

—¿Estuvieron en un incendio? —pregunté de repente.

El chico dejó de luchar con Nate y se giró hacia a mí. Sus ojos negros buscaban el origen de la pregunta hasta dar con mi rostro. Como todos los demás no pareció reconocerme; sin embargo, algo más brillo en sus pupilas: miedo y un poco de locura.

Soltó a Nate en un movimiento brusco y comenzó a caminar en mi dirección.

—¡¿Tu que sabes?! —dijo señalándome—. ¡No tienes ni puta idea!

Por el rabillo de mi ojo me percaté de que Brucer también había comenzado a caminar hacia nosotros y no estaba contento. Ni un poco.

No obstante, antes de que alguien diera inicio a una masacre, la voz dulce de Jess intervino.

—¿Adrian? —Jess estaba parada en la entrada de la habitación con Keith a su lado—. ¿Adrian, eres tú?

El chico se tensó y me dio la espalda para encarar a Jess, quien no perdió mucho tiempo antes de correr hacia él y abrazarlo con fuerza. El chico quedo estático unos segundos, luego su cuerpo se relajó y le devolvió el abrazo.

—¿Qué haces aquí? —dijeron los dos al mismo tiempo con los ojos llenos de lágrimas.

El resto de nosotros se limitó a mirar la escena con gesto confundido. La primera en pedir una explicación fue Anya.

—A ver, a ver ¿Qué mierda sucede aquí?

Jess se separó del chico y le sonrió gentilmente.

—Adrian estudió en Freesmount. Nos conocimos en el curso de nivelación porque ambos entramos a mitad de año.

Comprendí porque su rostro me era tan familiar. Alcé mi vista hacia él, hasta que pude relacionarlo con mis recuerdos. Lo cierto era, que jamás intercambiamos una palabra, y esta vez yo no tenía la culpa de eso.

Adrian no tuvo mucho contacto con los demás compañeros en Freesmount, pero era bastante famoso. Era la única persona que tenía guardaespaldas dentro de la escuela, por ser el hijo del presidente del Consejo de Estado de España.

En aquella época, los estudiantes se clasificaban de la siguiente manera: becados de clase baja, becados de clase media, los nuevos ricos, los que siempre han sido ricos, los súper ricos que ni Dios podía tocarlos y luego estaba Adrian.

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