Capítulo Uno

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Viernes 8:00am (36 horas antes de la clase)

La notificación recordatoria sonó de nuevo, era la sexta vez en el día.

¿Qué no se cansaban?  —pensé, tratando de terminar toda la cantidad de papeleo pendiente. Tenía tanto trabajo que estaba empezando a pensar en alguna manera de clonarme para poder terminarlo a tiempo.

Lo peor de todo, es que no estuviera pasando por toda esta clase de presión sino fuera por la estupidez andante de mi nuevo jefe. Rick Jennsen. O como a mí me gusta llamarlo «Don Asno Mayor».

Había llegado el lunes con un libro enorme de cuentas que debía verificar para el fin de semana. Supongo que Don Asno Mayor no creyó que podría hacerlo y así tener la excusa perfecta para darme su sermón machista de «¿Por qué las mujeres debían quedarse en casa?». Por supuesto, no iba a darle ese gusto. Para su sorpresa, todo estaba ordenado, clasificado y archivado para el jueves. Sin embargo, hoy recibí un mensaje explicando que se había equivocado de libro y que no solo debía empezar todo desde cero, sino que además la culpa era solo mía al no darme cuenta a tiempo.

Y la situación se complicaba aún más, pues el plazo de entrega seguía siendo el mismo, hoy era viernes. Debía tener todo listo a más tardar el final del día para que pudiera ser registrado y entregado mañana. Tardé cuatro días en terminar todas esas cuentas, solo me quedaban horas. Era imposible.

Obviamente, todo aquello era personal. Durante meses me ha impuesto tanto trabajo como para mantener a un equipo ocupado por días.

El bastardo quería verme caer.

Incluso he pasado fines de semana enteros en el archivador del sótano por que el no encontraba documentos que extrañamente aparecían en su casa tiempo después.

Masajeo mi sien en busca de paz mental mientras observo mi escritorio. Hay papeles en todas partes, mi computadora no puede tener más pestañas abiertas en el navegador, lápices de todos los colores decoran desordenadamente mi piso y mi calculadora reposa sobre el sillón a unos metros de mí.

¿Cómo llegó hasta allá?

La puerta de mi oficina se abre.

Vaya —dice Alissa al ver todo el desastre— Sigue haciendo tu vida un infierno ¿eh? Debes intimidarlo mucho.

Trabajo en Clarks&Miller, una empresa multimillonaria de cosméticos y otros productos para piel, mi área es el departamento de finanzas y cuentas de la compañía.

Hace unos meses se abrió una vacante para ascender al nuevo jefe de departamento. Inicialmente los miembros de la junta administrativa decidieron que el puesto era mío, pero yo lo rechacé debido a que no se manejar estar bajo el miramiento de los demás. Me aterra la atención, por lo que siempre me alejo de situaciones que puedan hacerme destacar, simplemente odio ser la persona que todos conocen y acuden. Debo admitir que esto era una gran razón en mi mente, hasta que anunciaron al nuevo jefe. Adivinen quien terminó ocupando el puesto.

Si, Don Asno.

No lo intimido. Solo me odia —corrijo

Por favor Grecia. Todos sabemos que Rick sigue preocupado que los directivos puedan convencerte y cambies de opinión. El trabajo es tuyo cuando lo quieras, eres la mejor y él lo sabe.

¿No tienes algún trabajo importante que hacer? —dije cambiando de tema— ¿Algún evento publicitario del que debas encargarte?

Ouch –Alissa se llevó una mano al pecho fingiendo dolor– Podrías ser un poco más gentil con tu hermana favorita

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