—¡Sí, mucho mejor!

—Harry —dijo ella poniéndose en cuclillas delante de él y empleando el tono con
que uno se dirige a personas muy enfermas—, no creerás que estás poseído, ¿verdad?

—¿Qué dices? ¡No, claro que no! —contestó él, ofendido—. Recuerdo todo lo que he hecho mientras lo llevaba colgado. Si estuviera poseído, no sabría cómo había actuado, ¿no?

—Hum —murmuró Hermione examinando el grueso guardapelo—. Bueno, quizá
no deberíamos llevarlo colgado. Podríamos guardarlo en la tienda.

–No creo que sea una buena idea, es un objeto bastante llamativo y no podemos arriesgarnos a que lo robasen.

—De acuerdo, de acuerdo —cedió Hermione ante las palabras de Cassie, y se colgó el guardapelo del cuello y lo ocultó debajo de su camisa—. Pero nos turnaremos para que ninguno lo lleve demasiado rato seguido.

—Estupendo —dijo Ron con irritación—. Y ahora que ya hemos solucionado ese punto, ¿podemos ir a buscar algo de comer?

—Sí, pero iremos a otro sitio —determinó Hermione—. No tiene sentido que nos quedemos aquí sabiendo que hay dementores patrullando.

Por fin, decidieron pasar la noche en un campo apartado que pertenecía a una granja solitaria de la que habían conseguido llevarse huevos y pan.

—Esto no es robar, ¿verdad? —preguntó Hermione con aprensión, mientras devoraban los huevos revueltos con pan tostado—. He dejado dinero en el gallinero...

Ron puso los ojos en blanco y, con los carrillos henchidos, dijo:

—Emión, no te pecupes tanto. ¡Elájate!

Desde luego, les resultó mucho más fácil relajarse después de haber comido. Esa
noche, las risas les hicieron olvidar la discusión sobre los dementores.

De ese modo comprobaron que con el estómago lleno uno está mucho más animado, mientras que si se tiene vacío es fácil que surjan las peleas y el pesimismo.

«¿Y ahora adónde vamos?», era la cantinela de Ron de siempre. Sin embargo, daba la impresión de que no tenía ideas propias, y en todo momento esperaba que a sus tres compañeros se les ocurriera algún plan, mientras él se limitaba a amargarse pensando en la escasez de comida.

Por tanto, Cassie, Harry y Hermione pasaban horas infructuosas intentando averiguar dónde estarían los otros Horrocruxes y cómo destruir el que ya poseían; y como no disponían de nuevos datos, sus conversaciones cada vez eran más repetitivas.

Cassiopeia buscaba el momento adecuado para contarle a Harry que ayudó a Draco a arreglar el armario evanescente.

—Sí, vamos a Albania. Registrar todo un país no nos llevará más de una tarde — sugirió Ron con sarcasmo.

—Allí no puede haber nada. Cuando se marchó al exilio, ya había hecho cinco Horrocruxes, y Dumbledore estaba seguro de que la serpiente es el sexto —razonó Hermione—. Pero sabemos que ésta no se halla en Albania, porque suele acompañar a Vol...

—¿No les he pedido que no mencionen su nombre?

—¡Vale! La serpiente suele acompañar a Quien-ustedes-saben. ¿Satisfecho?

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 ✓حيث تعيش القصص. اكتشف الآن