lvi. los nueve potters

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—¡Vaya! Eso echa por tierra nuestro plan —intervino George—. Es evidente que
no hay ninguna posibilidad de que entre todos te arranquemos unos cuantos pelos.

—Sí, claro, trece contra uno que ni siquiera puede emplear la magia. Lo tenemos
muy mal, ¿eh? —añadió Fred.

—Muy gracioso —le espetó Harry—. Me parto de risa.

–Partido ya estás, cariño –Cassie señaló la cicatriz en su frente. Se acercó a Harry y le arrancó unos mechones de su cabello.

—Muy bien —dijo Moody y, cojeando, se acercó y quitó el tapón del frasco—. Mételos aquí.

Cassie lo hizo. En cuanto entraron en contacto con aquella poción semejante al barro, ésta produjo espuma y humo, y de repente se tornó de un color dorado, limpio y brillante.

—Muy bien. Que los falsos Potters se pongan en fila aquí —indicó Moody.

Ron, Hermione, Fred, George, Cassie, Fleur y Jane formaron una fila enfrente del reluciente fregadero de tía Petunia.

—Falta uno —observó Lupin.

—Está aquí —indicó Hagrid con aspereza.

Levantó a Mundungus por la nuca y lo puso al lado de Fleur, que arrugó la nariz sin disimulo y se colocó entre Fred y George.

—Ya os lo dije, prefiero ir de escolta —protestó Mundungus.

—Cállate —ordenó Moody—. Como ya te he explicado, gusano asqueroso, si nos encontramos a algún mortífago, éste intentará capturar a Potter, pero no matarlo. Dumbledore siempre dijo que Quien-tú-sabes quería acabar con Potter personalmente. Así pues, los que corren mayor riesgo son los escoltas, porque a ellos los mortífagos sí intentarán matarlos.

Esta explicación no tranquilizó demasiado a Mundungus, pero Moody ya había sacado media docena de copitas —del tamaño de una huevera— de debajo de su capa y, tras verter en ellas un poco de poción multijugos, se las fue dando a cada uno.

—Vamos, todos a un tiempo...

Ron, Hermione, Fred, George, Fleur, Cassie, Jane y Mundungus bebieron. En cuanto tragaron la poción se pusieron a hacer muecas y dar boqueadas, y a continuación las facciones se les deformaron y les borbotearon como si fueran de cera caliente:

–Puedo sentir la miopía apoderarse de mí –murmuró Cassie parpadeando rápidamente.– ¿Me veo guapa, Harry? –le lanzó un beso y puso su mejor cara coqueta.

Fred y George se miraron y exclamaron al unísono:

—¡Vaya! ¡Somos idénticos!

—Sí, pero no sé, creo que aun así yo soy más guapo —alardeó Fred examinando
su reflejo en la tetera.

—¡Bah! —dijo Fleur mirándose en la puerta del microondas—. No me migues, Bill. Estoy hogogosa.

—Aquí tengo ropa de talla más pequeña para aquellos a los que se os haya quedado un poco amplia —dijo Moody señalando el primer saco—, y viceversa. No os olvidéis de las gafas: hay seis pares en el bolsillo lateral. Y cuando os hayáis vestido, en el otro saco encontraréis el equipaje.

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora