Capítulo siete

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Tardaron apenas cinco minutos para que alguien llamara a una ambulancia. Era la una con catorce minutos, según lo que me dijo mi madre cuando desperté.

Me levanté a las once de la mañana en la habitación 113. Me dolía la cara. Mi madre me dijo que tenía algunas rozaduras, unos cuantos pero pequeños moretones y un rasguño en mi mentón.

Justo esta mañana amanecí sin la vista. Desperté y… solamente pude oír la voz de mi madre gritar que había despertado. Me puse histérica al no poder ver a mi madre, empecé a gritar y a llorar. Ella llamó al doctor que se encargaba de mí y dijo que esto, por suerte, sería temporal. Dijo algo como un pequeño traumatismo que se creó en mi cerebro, lo que afectó a mi vista.

Realmente me sentía triste, porque no vería por cuatro o cinco meses. Digo, ¿quién estaría emocionado por quedar ciego temporalmente?

Le pregunté a mi madre sobre Derek, ella sólo me respondió que yo no tenía que estarme preocupando por aquel bastardo —tal cual lo dijo—. Él no se había preocupado por mí a la hora de subir al auto en estado de ebriedad y casi matarnos.

Después de unas horas de estar platicando con mi madre sobre su nuevo trabajo, tuvo que irse por lo mismo. Sólo había pedido a su jefe que la dejara salir por una urgencia, más no significó que le diera todo el día. Se despidió de mí con un beso en la frente y supe que se fue al oír cómo se cerraba la puerta.

Una enfermera entró a los pocos minutos de que mi madre se fuera. Me trajo la habitual gelatina con sabor a fresa y un jugo, prendió el televisor —lo cual para mí fue algo estúpido, ya que yo no podía ver— y después se marchó.

Me comí lentamente la gelatina y sorbía de poco a poco el jugo mientras pensaba en cómo estaba la salud de Derek. Busqué con la mano el botón para que la enfermera viniera, y en menos de diez segundos vino.

—Disculpe, ¿sabe algo sobre el chico que ingresó conmigo al hospital?

—Derek… ¿Maxwell?

—Sí, Derek Maxwell.

—Derek Maxwell está en la habitación 206. Por lo que aquí dice, tu amigo ha sufrido un desgarre muscular y un codo fracturado, además de un golpe en el cráneo de nivel medio.

—Se pondrá bien, ¿cierto?

—Sí, no pasará a mayores.

—Gracias.

Se retiró después de hacer algo con los tubos que tenía a lado mío. Me quedé sola con el sonido del cardiograma y el televisor a un volumen que apenas se podía distinguir. Al parecer había puesto un noticiero.

(…)

Desperté de nuevo, alguien me estaba tocando la mano. La quité en seguida por temor.

— ¿Quién es? —pregunté histérica.

—Soy yo, Vanessa, no te asustes.

La voz de Luke me tranquilizó, sonreí y al parecer notó eso.

—Siento mucho lo de tu ceguera temporánea. Me siento culpable, muy culpable. Yo planeé esto, yo hice todo esto —empezó a balbucear. Pude sentir su rubio cabello acariciando mi mano.

Oí cómo empezaba a llorar. Me abrazaba, me daba besos en la frente y me pedía perdón.

—Luke, yo no tengo nada que perdonarte.

— ¡Por supuesto que sí! ¡Yo fui el que te dejó así! ¡Por mi culpa estás en este hospital sin poder ver!

—Hey, Luke, escucha. No fue culpa más que de Derek, ¿vale? Él es el único culpable. Él ha causado todo esto.

Blindness || a. i.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora