Capítulo veintitrés

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Luke y yo nos encontrábamos caminando hacia el colegio. Eran ya casi las ocho y nosotros apenas íbamos en la tercera cuadra de las seis que teníamos que caminar habitualmente, y eso era malo.

Me había quedado dormida diez minutos más hasta que mamá interrumpió y llamó escandalosamente a la puerta. Pensé que se estaba incendiando la casa cuando la oí, en serio. Después de que me alocara por sus gritos del otro lado, me apuré a ducharme y a hacer toda la rutina diaria para alistarme al colegio. Luke fue el que había alborotado todo esto, ya que llamó a la puerta y obviamente, mamá fue quien abrió y se enteró de que yo ni siquiera había sacado un pie de la cama. Y después de toda esta pequeña anécdota, salí sin desayunar -bueno, sólo tomé una manzana del frutero y me la comí mientras caminábamos hasta que la tiré en la segunda cuadra en un cesto- y lo peor de todo, tarde.

-No creo que sobrevivas con esa manzana como desayuno -dijo Luke, sacándome de concentración en cuanto a mi anécdota.

-Sobreviviré, no tienes que preocuparte; pero si me encuentras desmayada a medio pasillo o ahí echa mierda en mi banca, ya sabes por qué fue.

Él sólo me empujó y después escuché que abría el cierre de algo.

-Tómalo, yo desayuné demasiado como para comerme otro maldito sándwich.

Acercó una bolsa a mi mano, yo lo tomé. No, Luke, no te saldrás con la tuya. No dejarás de comer por hoy, pensé.

-No me comeré tu almuerzo -le contesté y se lo devolví, pero él no lo tomó.

-Vanessa, sabes que odio los malditos sándwiches.

-Y tú sabes que odio que encubras las cosas y las hagas parecer inocentes.

-Tú odias todo y ni siquiera sé de lo que estás hablando.

-No dejarás de comer otra vez, Luke. No te creo nada de que hayas desayunado bastante, porque los dos sabemos que tú siempre has desayunado pan tostado con Nutella.

- ¿Y tú cómo sabes que no he comido otra cosa? Vamos, tómalo, joder. Trato de ser buena persona contigo, ¿no puedo serlo por lo menos una vez cada dos años?

-Lo tomaría si supiera que no eres un mentiroso a veces.

- ¡No soy un mentiroso! ¿Alguna vez te he mentido?

- ¿Quieres te conteste eso?

-No me respondas con otra pregunta, es de mala educación.

- ¿Desde cuándo acá muy educado, Luke?

-Siempre lo he sido, que no lo demuestre contigo es otra cosa.

Reí y después le solté un pequeño golpe al brazo.

-Eres muy malo conmigo.

- ¿Yo soy malo contigo? ¿Quién me hizo salir con una chica en sexto sin que me gustara, quién me hace burla cada que pasa una chica fea, quién me chantajeó con mi calificación?

-Bueno, bueno. Tómalo como pequeñas venganzas.

Él sólo bufó y después finalizó con la conversación:

-Te tragarás ese sándwich quieras o no, porque esta vez estoy siéndote sincero con eso de que desayuné demasiado. Y si yo engordo, tú engordarás conmigo.

Al principio, pensé que lo decía a modo amenazante, aunque de hecho fue algo así como una amenaza, pero después lo tomé a la ligera por eso de que si él engordaba, yo engordaría con él. Sólo asentí y después guardé el sándwich en la mochila, rezando porque cuando lo sacara a la hora del almuerzo, no estuviera más aplanado que Whitney, una chica a la que conocían como la rara -y la más plana- del salón 107.

Blindness || a. i.Where stories live. Discover now