Capítulo dieciocho

227 22 1
                                    

—Así que regresaste a tu casa a escuchar música —repetí después de su larga explicación.

—Exactamente.

— ¿Y las dos horas estuviste haciendo lo mismo? —pregunté.

—Uh… mi vida en Melbourne no es muy interesante.

—Entonces donde vivías era interesante, ¿verdad?

—No, no puedo mentirte. Mi vida siempre ha sido una basura —contestó con humor.

—La mía también ha sido una basura, no te preocupes.

— ¿Entonces tú y yo hacemos una gran basura?

—Algo así —contesté aguantando el humor que me había provocado escuchar que los dos hacíamos una gran basura.

Al llegar al hospital, Ashton paró de momento.

— ¿Qué se supone que hacemos aquí? —preguntó con cierto nerviosismo.

—Es una larga historia, pero puedo explicártela después. ¿Pasa algo?

—Uh… —pausó, pensando seriamente su respuesta—… no, no pasa nada.

— ¿En serio? Podemos venir mañana, no hay problema —contesté, queriendo sonar relajada.

—No, no te preocupes por mí.

Jaló de mi mano y seguimos caminando, pero esta vez era yo la que guiaba con la voz.

— ¿Ya pasamos la recepción del segundo piso? —pregunté tratando de recordar.

—Estamos a punto de hacerlo.

Caminamos casi treinta pasos. Ashton jaló de nuevo mi mano, pero esta vez para pararme.

— ¡Vanessa! ¡Tanto tiempo sin verte! —saludó de manera escandalosa Jessie, una de las recepcionistas-enfermeras que estaba detrás de las computadoras escribiendo quién sabe cuánta cosa.

—Hola, Jessie —contesté sonriendo—. ¿Está Clary en su turno?

—Sí, está en la habitación 107.

—Gracias —contesté y de manera psíquica le dije a Ashton que buscara la habitación 107.

— ¿Clary? ¿Quién es ella? —preguntó mientras buscábamos la habitación.

—Clary es la enfermera que me atendió cuando estuve hospitalizada.

— ¿Te hiciste amiga de la enfermera que estuvo atendiéndote? —preguntó.

—Y del doctor, no lo olvides.

Al encontrar la habitación, Ash golpeó tres veces la puerta. Yo sólo golpeaba el piso con la suela de mi zapato.

— ¿Clary? —pregunté al escuchar rechinar la puerta.

— ¡Vanessa, pensé que ya no vendrías! —dijo y se acercó a mí para abrazarme.

—Lo siento, Clary. En verdad lo siento.

Y es que realmente estaba avergonzada, ya que no había venido a visitarla desde hacía una semana con cuatro días.

— ¿Y no me vas a presentar a tu apuesto amigo? —preguntó en un susurro aprovechando el abrazo.

—Uh, sí, es cierto —me separé de ella—. Clary, él es Ashton. Ashton, ella es Clary —dije imitando mi presentación con las manos.

—Mucho gusto en conocerte, Ashton. Vanessa me ha hablado mucho de ti —contestó dándome un pequeño golpe en el brazo.

— ¿Ah, sí? ¿Y han sido cosas buenas? —preguntó, complementándole una pequeña risa nerviosa.

Blindness || a. i.Where stories live. Discover now