Capítulo veintisiete

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Estaba sentada en el sofá de su casa, esperando a que él bajara con aquella sorpresa. Estaba ansiosa, muy ansiosa, a decir verdad. Empezaba a darme frío, porque su casa era gélida al contrario de la mía. La suya era como una gran nevera, pero supongo que tenía sus ventajas.

Se escucharon pasos bajar las escaleras, lo que me puso más nerviosa y ansiosa de lo estaba, hasta que sentí la presencia de Ashton cerca de mí.

— ¿Lo has encontrado?

—Por supuesto que lo he hecho.

— ¿Y bien? —pregunté curiosa.

—Te lo daré si prometes algo.

— ¡Oh, vamos!

—No puedes quejarte de nada, ni siquiera saber qué es lo que debes prometerme.

—Está bien, está bien, lo siento. ¿Qué quieres que haga por ti?

—No harás absolutamente nada por mí, sólo tendrás que esperar a abrirlo hasta que veas.

— ¿Qué? —pregunté confundida, no se suponía que esa era una promesa tan larga—. ¿Dentro de cuatro meses?

—Exacto.

— ¿Por qué deberé hacerlo dentro de cuatro meses?

—No preguntes por qué, sólo preocúpate en guardar todo esto bien.

Me lo llevó a la mano y me la dio. Sus dos manos cubrieron mi mano, como si lo que me hubiese dado fuese su vida.

— ¿Prometes ver mi regalo dentro de cuatro meses?

—No puedo esperar cuatro meses, ¿lo entiendes?

—Debes hacerlo, porque es algo muy importante para mí. Algo que tú me has dicho que te diera, y ahora lo estoy cumpliendo, sólo que no quiero que lo descubras y después vayas a mí sabiéndolo, ¿entiendes? Quiero que esto guarde muchas cosas mías, tuyas y de nosotros.

—Está bien, sólo espero que dentro de cuatro meses tú y yo sigamos siendo los mismos.

Podrán pensar que estaba apresurándome con mis palabras, y probablemente después yo también piense lo mismo, pero a lo que yo me refería, era que él y yo siguiéramos estando juntos. Tan juntos como en este mismo momento.

—Yo también espero lo mismo.

Su respuesta me sorprendió, dado a que él siempre respondía con que yo lo tendría por vario tiempo. Esto significaba que ahora dudaba de aquella respuesta, ¿por qué tendría que dudar de esa respuesta?

— ¿Ya no hay más esperanzas? —pregunté.

—Todo puede pasar, así que yo no quiero que ninguno de los dos sufra. No quiero prometerte cosas que tal vez el tiempo me hará romper, y lo más importante, no quiero lastimarte, porque me importas mucho.

—Debe haber explicaciones para lo que acabas de decir, debe haber muchas más razones, ¿no crees?

—Sí, hay una sola que me hace dudar —contestó serio y pasándose dificultosamente la saliva.

— ¿Y qué es?

—Después te lo contaré, ¿está bien?

—No creo que esté bien.

—No es para tanto.

—Puede que lo sea.

—Creo que lo es.

— ¿Y por qué no me lo dices?

—Porque realmente tengo miedo a cómo reacciones.

—Eso es lo que menos importa, ¿no crees?

Blindness || a. i.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora