En ese momento, las puertas de la enfermería se abrieron de par en par y todos dieron un respingo. Hagrid entró con paso decidido, el cabello mojado de lluvia, el abrigo de piel de castor ondeando y una ballesta en la mano. Dejó en el suelo un rastro de huellas de barro del tamaño de delfines.

—¡He pasado todo el día en el Bosque Prohibido! —anunció con voz quebrada —. Aragog ha empeorado y le estuve leyendo... No me levanté para ir a cenar hasta hace muy poco, y entonces la profesora Sprout me contó lo de Ron. ¿Cómo se encuentra?

—No es grave —lo tranquilizó Harry—. Dicen que se pondrá bien.

—¡Sólo siete visitas a la vez! —les advirtió la señora Pomfrey saliendo precipitadamente de su despacho.

—Con Hagrid somos siete —replicó George.

—Ah... pues sí... —admitió la enfermera, que al parecer había tomado a Hagrid por más de uno debido a su corpulencia. Para disimular su error, se apresuró a limpiar con su varita las huellas dejadas por el guardabosques.

—No puedo creerlo —se lamentó Hagrid, meneando su enorme y enmarañada cabeza mientras contemplaba a Ron—. No puedo creerlo... Míralo ahí tendido... ¿A quién se le ocurriría hacerle daño, eh?

—De eso mismo estábamos hablando —dijo Harry—. No lo sabemos.

—A lo mejor alguien le guarda rencor al equipo de quidditch de Gryffindor, ¿no? —sugirió Hagrid—. Primero Katie, ahora Ron...

—No me imagino a nadie intentando liquidar a un equipo de quidditch —terció George.

—Wood se habría cargado a los de Slytherin si hubiera podido —dijo abiertamente Fred.

—Yo no creo que esto tenga nada que ver con el quidditch, pero sí veo relación entre los dos ataques —intervino Hermione.

—¿Qué relación? —preguntó Fred.

—Bueno, ambos tendrían que haber resultado mortales, pero no ha sido así, aunque de chiripa. Y por otra parte ni el veneno ni el collar afectaron a la persona a la que supuestamente tenían que matar. Claro que —añadió con aire pensativo—, en cierta manera, esto convierte al autor de las agresiones en aún más peligroso, porque por lo visto no le importa a cuántos tenga que quitar de en medio hasta conseguir su objetivo.

Los Gryffindor fueron escoltados hasta la sala común por Hagrid. Hermione y Ginny fueron las primeras en subir, Cassie iba a hacer lo mismo, pero una mano la detuvo.

–¿Qué ocurre? –Cassie lo miró expectante.

–Quiero pedirte disculpas... –murmuró rascando su nuca– Ya sé lo que te enojó, bueno, Rosalyn lo infirió.

–¿Le pediste consejos a tu hermana de primer año? –en el rostro de Cassie se formó una pequeña sonrisa.

–Hermione no quiso decirme y mamá tampoco... Rosalyn fue la única que cedió. ¡No te rías!

–¡Debes admitir que es gracioso!

–¡No...! Bueno, sí, pero no te rías, es vergonzoso... –la risa de Cassie se propagó por la sala. Harry la miraba con una sonrisa que hizo notar sus hoyuelos.– Lo lamento, en serio. No debí decirlo, me sobrepasé. Draco es parte de tu familia, y es algo que debo entender.

–Disculpado. Te habías tardado, ya me aburría estar enojada contigo –palmeó su hombro– ¿es todo? Mi sexto sentido dice que quieres decirme algo más.

–Tu sexto sentido nunca falla. Quería hablar contigo.

–Estamos hablando, Harry –rió por lo bajo.

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 ✓Where stories live. Discover now