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—¿No te dijo nada más? —Negué con la cabeza. Seokjin comenzó a reír bajando la cabeza y bebió un poco más del vaso que le dí. —Jimin... Jimin es complicado. —Comenzó a decir. —Y no solo él, yo creo que todos lo somos; pero él solo es un poco más. O tal vez lo notamos más.

—Yo no quería que se molestara. —Suspiré mirando la taza en frente de mí.
Seokjin dejó el vaso en la mesa en la que mis codos están recargados, dejó escapar una pequeña risa y me dió un pequeña palmada en la espalda: —Tranquila, Yeon. —Dijo con tono calmado. —¿Alguna vez te ha hablado de Hoseok?

—Eran amigos, ¿No?

El azabache asintió: —Por el momento es eran. —Dijo y yo levanté una ceja al no entender lo que dice. —Jimin conoció a Hoseok el último año que estudió de secundaria. Se entendieron muy bien al instante y su amistad siguió aún si Jimin dejó de ir a la escuela. —Sus dedos tamborileaban en la mesa mientras caminaba hacia la silla que está del otro lado de la mesa. —Hasta que Hoseok dijo algo de su cabello.

—¿Su cabello? —Pregunté y el asintió.

—Dijo que no le gustaba el tinte que decidió ponerse; Jimin rápidamente se molestó y aunque todos los que estuvimos presentes en ese tiempo sabemos que el comentario de Hoseok no tenía ningún propósito malicioso, Jimin no quiso verlo así. Supongo que ya sabes que pasó después, ¿No?

Lo miré un momento y después levanté los hombros mientras negaba con la cabeza: —No lo sé. —Respondí.

—¡Dejaron de hablarse, Yeon! —Exclamó entre risas. —Si tratabas de preguntar o hablar de Hoseok, Jimin de inmediato rodaba los ojos o decía que lo odiaba.

A pesar de que Seokjin me hablaba con risas, sonrisas y mucha amabilidad, sus palabras no me daban calma sobre lo que me sucedía con Jimin; ni siquiera una mínima respuesta de que podía hacer al respecto.

Sin mencionar que su historia no parecía tener un fin en específico.

—Esa no fué ni la primera, ni la última vez que algo así pasó. —Continuó con su hablar. —Por el momento él dice que eran amigos porque a Jimin le parece ridículo el que Hoseok haya cambiado de novia en menos de un mes; pero solo es cuestión de que pase un tiempo para que vuelva a considerarlo su amigo o para que algo tonto le haga ver qué si lo quiere como su amigo.
Yeonji, ojalá no sea tu caso. Pero debes entender que a Jimin muchas cosas le resultan difíciles de sobrellevar, o que solamente no quiere enfrentarlas y prefiere dar la vuelta.

—¿Que debo hacer entonces?

—Dejar que pase un poco de tiempo. —Respondió sonriendo y levantándose de su asiento. Sus pasos comenzaron a ir al pasillo y después pasaron a las escaleras que finalmente lo llevarían a la habitación de Jimin, donde el mismo lo esperaba para continuar con sus tutorías.

La pequeña y confusa conversación con Seokjin pasó, al igual que un par de días; y aunque solo fueron tres, se sentían muy largos.

Quién provocó todo el descontento de Jimin, desapareció a la mañana siguiente después de su aparición. Su frente parecía un tomate cuando salió de la ducha, pero la mancha debía desaparecer si o si.

La señora Park procuraba hacer que Jimin cruzara al menos dos palabras conmigo, pero lo único que hacía era bajar la mirada y quedarse en silencio mientras comía o jugaba con su celular.
Pero no fué hasta que necesitaba ayuda en la cocina cuando pronunció más de una palabra para mí.

No planeaba hacerle saber que yo también me enojé al él enojarse conmigo, ni quería hacerme del rogar una vez que su molestía terminara; es solo que no escuché.

—¡Yeonji! —Gritó por solo Dios sabe que vez. Bajé de mi habitación cuando finalmente escuché su gritar y con el corazón en la mano llegué a la cocina.

Miré a Jimin con lágrimas en los ojos y sus labios temblorosos: —¿Qué sucede? —Jimin comenzó a lloriquear un poco más en cuanto pregunté, su mano señaló una parte del piso y con la otra limpió su mejilla derecha.

Con miedo a encontrar lo que sea que pueda haber en donde Jimin señaló, caminé despacio con todo mi ser alerta.
Cuando miré, no había nada, ni siquiera algún rastro de algo que llegara a asustar a un bebé, pero cuando regresé la mirada a Jimin y sus ojos asustados, bajé la mirada hasta su brazo que acompaña a una araña.

—¡Ay no! —Exclamé al ver a semejante y diminuto monstruo, cosa de la que me arrepentí después de escuchar a Jimin gritar: —¡Quítamela! —Pidió en un grito pero yo seguía en mi estado de shock.

¿Que tan impertinente será decir que las arañas son mi más grande fobia?

¡Que me la quites! —Volvió a gritar cuando miró que yo solo miraba a todas partes en busca de algo.

—¡Cállate! Déjame pensar. —Dije con los nervios en su máximo esplendor.

Nada, no había ningún objeto que pudiera usar para matar a tan horrible araña pero no lastimar a Jimin, solo mis manos eran una opción, pero, si quería seguir consciente y con vida debía encontrar algo más.

Las lágrimas de Jimin seguían en sus ojos y las mías comenzaba a nacer, parecía que un cocodrilo estuviera en frente de nosotros estando tan indefensos.

—No te mueva... ¡No te muevas! —Repetí en cuanto pareció que le dije que hiciera lo contrario.
Respiré profundamente, cerré mi ojo izquierdo y el derecho lo entrecerré, formé un cuenco con mis manos y cuando este estuvo cerca de su brazo, aplasté a la araña esperando que no escape y suba esta vez a mi para picarme.

Alcé ambas manos y el cuerpo aplastado sin vida de la araña cayó del brazo del de cabellos azules.
Ambos soltamos todo el aire que nos tragamos por el miedo y nos miramos, como si quisiéramos reír después de pasar terrible rato.

—¿Cómo subió a ti? —Reí un poco y el solo soltó los ojos asesinos que suele tener cuando algo no le resulta gracioso: —Quería hacerme un sándwich.

—Ahí no guardamos el pan para sándwich. —Fruncí el ceño mirando el cajón que está abierto. Jimin rodó los ojos asintiendo y diciéndome que lo sabía completamente. —¿Entonces? —Pregunté de nuevo.

—Estaba entreabierto el cajón, lo quise cerrar pero cuando me acerqué la araña subió y te grité varias veces.

—No te escuché. Lo siento. —Jimin negó con la cabeza y después sonrió levemente.

Su pie aplastó al ya deforme cuerpo de la araña en cuanto bajó la mirada, y al escucharme reír también comenzó a reír limpiando sus lágrimas con ambas manos: —Me dan mucho miedo las arañas. —Dijo.

—A mi igual. —Respondí con una mueca. —Cuando era pequeña, me picaron varías veces. Mi mamá siempre las mataba por mí.

Siempre, no hay recuerdo en mi memoria en el que mi madre no haya ido a mi rescate cada que la palabra araña saliera de mis labios.

Ella decía que su mayor miedo eran las arañas pero se convirtió en madre y tuvo que superarlo, así como mi padre superó su miedo a las alturas con tal de subir conmigo a una montaña rusa; jamás entendía el porque decían que todos tus miedos desaparecen en cuanto algo más importante está a tu lado. Ni cuando decían que un hermano menor o un hijo hacen desaparecer los miedos.

Hasta ahora.
Hasta ese momento en el que tuve que dejar mi miedo atrás con tal de ayudar a Jimin, sin ser mi hijo o mi hermano menor, pero si mi único amigo en este momento.

 Hasta ese momento en el que tuve que dejar mi miedo atrás con tal de ayudar a Jimin, sin ser mi hijo o mi hermano menor, pero si mi único amigo en este momento

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Autismo. || PARK JIMIN Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora