*15*

329 30 0
                                    

—¡Frederick! —lo regaño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Frederick! —lo regaño.

—No porque este enfermo dejare de lado mi trabajo de hermano mayor y sobreprotector —se levanta para rodear la cama y caminar hacia donde esta Jules —. No te morderé.

—Eres un imbécil, deberías agradecerle, él me ayudo a bajarte la fiebre.

—No fue nada —le quita importancia Jules. Fred lo mira fijamente y Jules traga saliva, nunca lo he visto tan nervioso.

—Si es así gracias por ayudarme, pero antes quiero saber algo, ¿Te has acostado con mi hermana?

—Si lo hemos hecho y tantas veces que me hubiese mandando a un convento de lo puta que me veía —abre tanto sus ojos que siento que se le saldrán de sus orbitas en cualquier momento. Creo que exagere un poco. Yo me acerco hacia él para cubrirlo con las sabanas —. Me llamas si necesitas algo.

—No se quedara así Victoria Mackenzie Port —empujo a Jules que se ha quedado mudo en la entrada. Le cierro la puerta y relajo mis músculos.

Lo bueno que ahora está bien.

—Hubiese quedado anémico de tantas veces que lo hubiésemos hecho, ni siquiera hubiese podido venir, ¿No crees? —se ríe tan estrepitosamente que se curva hacia adelanta para sostener su estómago.

Escucharlo reír es como escuchar tu canción favorita, por más que la escuches nunca te cansas y te da la misma sensación que la primera vez: Ese cosquilleo que pasa por tus brazos hasta llegar a todo tu cuerpo y sonríe de lo bueno que te hace sentir.

—Deja de hacerlo —lo empujo, pero él se apoya en la muralla —. No es divertido.

—Si lo es.

—No lo es.

—Si lo es.

—No lo es.

—Si lo es.

—No seguiré hablando más contigo —paso por su lado para bajar las escaleras. Escucho como me sigue sin dejar de reír —. Eres cruel.

—Y tú eres demasiado osada.

—Estabas en una situación complicada y quería ayudarte.

—En una muy complicada —me comenta sarcásticamente. Dejo de caminar para girarme y afrontarlo, pero no pensé que estuviese tan cerca de mí hasta que siento su respiración a unos centímetros de mí —. Si de verdad quieres tener sexo, dímelo y te lo doy.

—Eres insoportable —niego con la cabeza para dar un paso hacia atrás e irme, sin embargo el imbécil lleva su mano a mi cintura y me atrae hacia él.

—Así me siento contigo todo el tiempo.

Sus ojos se dirigen a mi boca sin pudor, sin siquiera inmutarse de que lo estoy observando. Su mano no suelta mi cuerpo y me siento acorralada por su presencia.

Bésame sin sentirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora