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Se detiene en mi casa

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Se detiene en mi casa. Veo que las luces de la planta de abajo están encendidas y es un indicador de que mi padre ha llegado y sabe que no estoy en casa. Jugueteo con mis manos hasta que Jules se digne a hablarme y sé que lo quiere hacer, lo veo en su mirada. Cuando abrió esa puerta sabía lo que iba a encontrar y el miedo de enfrentarlo nuevamente me aterraba, pero cuando abrió esa puerta y lo vi sentado con su cabeza dando vuelta todo se esfumo; por primera el miedo se fue. Me dolió verlo en ese estado, tan roto y tan indefenso, pero no pude abrazarlo y decirle que todo estará bien cuando no es cierto. Entrar en su mundo es saber que puedes romperte en el transcurro y yo no estoy preparada para caer nuevamente.

—Primera regla: Nadie se involucra en la vida del otro —me dice de la nada. Deja de mirar al frente y por primera sostiene la mía.

— ¿Ahora abre reglas? —le cuestiono.

—Desde el principio me dijiste que esto es un arreglo y en todo arreglo hay reglas.

—Tienes razón —pienso en las reglas que me beneficiarían en esta relación y se las empiezo a decir: —segundo regla: Harás lo que te diga. Si me tienes que abrazar, lo harás. Si tendremos que tener citas, me acompañaras y si necesito que me beses, me besaras.

Una sonrisa burlona adorna su rostro. Pensé que no iba a sonreír luego de haber salido de local, pero estaba equivocada. Su rostro vuelve a la normalidad y por primera vez agradezco que sea tan apacible y sarcástico.

—Lo haría encantado —me mira de la misma forma de cuando lo bese. Entre egocéntrico y coqueto, demasiado intenso para un chico para él —. Tercera: Tendrás que acompañarme a todos los eventos familiares.

—Eso lo veremos porque yo trabajo y no lo dejaré tirado por ti.

—Lo coordinaremos.

—Cuarta: Durara hasta que la otra persona no necesite más el servicio del otro.

— ¿Y si yo te necesito por más tiempo? No puedo decirle a mi padre que cortamos sin siquiera haber pasado dos meses, necesito consistencia por lo menos un tiempo más.

—También lo veremos en el camino —el asiente. Nos quedamos en silencio pensando en que más agregar.

—Regla cinco: Cuando todo termine cada uno seguirá con su vida, ¿De acuerdo?

Sería extraño que luego de todo lo que pasamos juntos nadie se hable o si quiera se salude porque por más que no queramos vamos tener recuerdos y cosas que nadie sabrá, algo que nos unirá y eso jamás se desaparecerá por más que el otro quiera creer que nunca existió porque lo hará en nuestras mentes y en los lugares que pasaremos juntos.

— ¿Podríamos ser amigos? —le inquiero tímidamente haciendo que él me mire extrañado.

— ¿Amigos? —me pregunta sarcásticamente haciendo que me sienta mal por haber preguntado.

Bésame sin sentirWo Geschichten leben. Entdecke jetzt