𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 23: Rᴇᴄᴜᴇʀᴅᴏs ᴅᴇʟ ᴘᴀsᴀᴅᴏ ʏ ᴜɴ ᴄᴜᴍᴘʟᴇᴀɴ̃ᴏs ; 𝐸𝑠𝑝𝑒𝑐𝑖𝑎𝑙 1/2

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— ¿Qué está haciendo aquí? — Preguntó la más pequeña acercándose a la cornisa que se encontraba en el techo del lugar. — Debería estar descansando, mañana tenemos una expedición. - Concluyó sentándose sobre el borde, junto al azabache que descansaba mirando la línea en dónde los árboles se volvían el cielo nocturno.

— ¿Por qué no solo vas a dormir y me dejas tranquilo? — La pregunta retórica sonó más como una orden, aunque todo sonaría así viniendo de esa boca malhumorada.

— Porque sería muy simple para usted, capitán. — Sonrió meneando sus pies al aire de enfrente hacía atrás, al igual que una niña sobre un columpio. — Entre a descansar, debe tener energía para irnos temprano.

El mayor apretó los puños, mientras su ceño se fruncía aún más delatando la cólera que le causaron esas palabras, «— irnos temprano», ¿desde cuándo le importaba tanto quién iba y quién no?, siempre se repetía; que no era su problema si querían convertirse en unos malditos suicidas, era asunto de los demás, pero.

Con ella era diferente.

— ¿Por qué eres tan jodidamente terca? —Preguntó con molestia, girando su rostro para quedar a solo centímetros del suyo. Ella se encogió de hombros con un ligero tono de rosa en sus pálidas mejillas. Acto que logró fastidiarlo aún más. — Te repetí una y mil veces que te quedaras, pero como siempre te importan una mierda mis órdenes. — Escupió mirando fijamente sus cafeces ojos que brillaban bajo la luna.

Titubeó un poco antes de responderle, pasó uno de sus cortos y ondulados cabellos detrás de su oreja para que pudiera verla más claramente.

— Quiero ayudar. — Respondió sinceramente. — No puede detenerme, necesito hacerlo. Tal vez no sea muy fuerte, pero soy rápida, se lo dije al comandante y se lo diré también a usted. — Colocó su mano izquierda cuidadosamente sobre la del hombre a su lado. — trataré de ayudar a todos los soldados que pueda, así disminuirán las muertes.

— No estás aquí para ser una maldita salvadora. — Contestó sin romper el intenso contacto visual. - Solo obedeceme por primera vez en toda tu puta vida y quédate. — Susurró firme sobre sus labios, evitando la mirada suplicante de la chica para posarla sobre su delicada boca. — Dame por seguro que estarás bien...

La castaña rió un poco con ternura en el rostro, la conmovía que él se preocupara tanto por ella, pero claramente no podía huir de sus responsabilidades como cadete. Con cariño posó su mano libre en la mejilla del capitán, acariciando un poco la suave piel blanca que tenía, en un dulce intento de tranquilizarlo por lo menos un poco.

— Capitán... — Estuvo apunto de hablar, pero se detuvo en cuanto él le robó la palabra.

— No quiero que mueras. — Musitó con miedo. — Tú no.

Dejó las formalidades de lado, en cuánto se dio cuenta que había tristeza en los ojos oliva que la miraban con temor.

— No moriré, aún tengo muchas cosas pendientes. — Respondió sonriendo ligeramente, dando pequeñas caricias con su pulgar sobre su mandíbula. — Ya te dije que te seguiré a dónde quiera que vayas. — Sin saber por qué, los sollozos comenzaron a hacerse presentes en ella, sí tenía miedo, más sin embargo no lo dejaría irse solo jamás. — Y si muero... — Cerró los ojos, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a resbalarse por su cara. — moriré contigo.

𝑉𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛𝑎𝑠 𝐷𝑒𝑓𝑒𝑐𝑡𝑢𝑜𝑠𝑎𝑠 - Levi Ackerman [Terminada]✓Where stories live. Discover now