𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 17: Tᴇʀᴀᴘɪᴀ ᴇɴᴛʀᴇ ᴀᴍɪɢᴏs ; 𝐸𝑠𝑝𝑒𝑐𝑖𝑎𝑙 1/2.

1.8K 239 166
                                    

— Ok, basta de esto. — Decidió Mikasa, levantándose de la orilla de la cama en donde yo me encontraba envuelta entre las suaves sábanas, caminó apresuradamente hasta las pequeñas bocinas sobre el tocador, dispuesta a apagarlas. — Te vas a levantar, te vas a dar un baño, vas a salir con nosotras y vas a olvidarte de ese enano gruñón. — Regañó igual que una madre, apunto de presionar el botón de apagado.

— No la apagueeeees. — Me quejé revolviéndome en mis calentitas colchas, Mikasa se detuvo. — Está bonita la canción, ¿no la has escuchado? — Pregunté hundiendo mi rostro entre la almohada. — Mi mamá ponía esa canción cuando era niña, antes no comprendía la letra. — Expliqué sin despegarme de la ya mencionada. — pero ahora entiendo todO.

Respiré con dificultad, no sé distinguir si es porque la tela obstruye mi respiración o simplemente es porque llevo llorando un buen rato, cubriéndome el rostro con las sábanas, preguntándome muchas cosas que en mi cabeza no tienen respuesta y escuchando canciones tristes de fondo.

Puede que sean las dos.

— Solji no puedes estar todo el tiempo ahí acostada. — Eleonor acarició mi cabeza maternalmente. — Entiendo que te duela pero, no es el único hombre en la tierra, eres bonita, conocerás a más personas que te harán sentir como él y... -

— pOR ESO ESPERABA CON LA CARITA EMPAPADA. — Canté o más bien grité interrumpiéndola, la depresiva letra que continuaba reproduciéndose, gracias a que mi boca seguía cubierta por la suave almohada mi voz no resonó muy fuerte en la habitación donde estábamos. — qUE LLEGARAS CON ROSAS, CON MIL ROSAS PARA MÍ.

— Solji, voy a decirte algo y quiero que me escuches. — Pidió Mikasa, logrando sacarme de mi "trance", giré mi húmedo e hinchado rostro sin despegarme por completo, la asiática dio un largo suspiro al verme así para después prepararse para comenzar a darme sus sabios consejos, ah. — Sé que te dolió, que te sentías ilusionada y que él te lastimó, también puedo entender que tengas ganas de llorar y estar sola, después de todo acaba de pasar anoche, pero ya son casi las cuatro de la tarde y no has comido nada. — Cruzó sus brazos firmemente. — como tus amigas, no te vamos a dejar pasar otra hora más sin que comas algo. — Mordí mi labio, sabiendo que tenía razón aunque no quisiera admitirlo, me hará mal no haber ingerido nada. — Luego te andas quejando que te duele la cola por las inyecciones vitaminadas.

— No es la aguja lo que duele. — Dije sintiendo como Eleonor quitaba los mechones de mi cabello que reposaban sobre mi rostro mojado. — Son las vitaminas que te entumen la pierna... — Me quejé entre dientes, recordando la horrible sensación de las vitaminas entrando a mi cuerpo.

— Bueno, si quieres que te lleven a que se te entuma la cola y los enfermeros te dejen el calzón a media nalga, pues no tragues. — Dijo Mikasa de forma algo agresiva, haciendo que la de cabello largo carcajeara un poco. — Si no, vamos a comer algo, ¿qué se te antoja? — Preguntó poniéndose de rodillas, recargando sus brazos sobre la cama para estar al mismo nivel que mi cabeza, mirándome con atención esperando a que le contestara.

Definitivamente no quiero inyecciones de nuevo, arden mucho cuando entran, además que no quiero otro sermón de cuarenta minutos con la doctora sobre la importancia de comer balanceado y no sé qué más cosas dice, mucho menos escuchar a mis hermanos decir «Tienes que comer para seguir viviendo », metiches, ¿quiénes son ellos para decirme eso?, si prefieren morir de hambre antes que hacerse un simple huevo revuelto.

Respiré hondo, sabiendo a la perfección que no se irían ni mucho menos me dejarían tranquila si no les hacía caso.

No es que tenga muchas ganas de salir hoy, pero también aprecio el esfuerzo que mis amigas están haciendo para animarme, las necesito ahora más que antes.

𝑉𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛𝑎𝑠 𝐷𝑒𝑓𝑒𝑐𝑡𝑢𝑜𝑠𝑎𝑠 - Levi Ackerman [Terminada]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora