𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 20: Tᴇ ʙᴜsᴄᴀɴ.

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Me quedé estupefacta, no sabía cómo reaccionar, no podía mover ni un solo músculo.

El hombre olía sumamente a alcohol y se veía desganado, como si llevase varios días vagando por ahí sin más, solo pude quedarme ahí, apretando las mangas de mi abrigo sin la habilidad para hablar, entré aún más en pánico cuando me di cuenta que el sonido de agua caerse o chorrear venía de él, y que efectivamente no estaba solo viendo los rosales que mi madre cuidó por años.

Estaba orinando mi patio.

Un gritó agudo como de película de terror salió de lo profundo de mis pulmones, el hombre volteó a verme, pareciera que estaba más asustado que yo, una mueca de asco mezclado con un «No es cierto» se dibujó en mi rostro, me quería desmayar.

— ¿qué pas... — La vecina del frente entró al patio por el portón ya abierto, supongo que gracias a mi grito. Se detuvo en seco cuando vio al anciano que AÚN estaba orinando, tambalearse frente a nosotras con el miembro de fuera, al aire. —

♡(*'∀`*)人(*'∀`*)

— ¿Me estás diciendo que un señor se metió a miarle las plantas a mi mamá? — Preguntó/resumió mi hermano ante mi "experiencia".

— SÍ. — Respondí cubriéndome con las sábanas de su cama. — No sabes, me dio mucho miedo. — Carcajeó. — De qué te ríes, imbécil.

— Es que me imagino tu cara. — Siguió riendo sin vergüenza. — A todo esto, ¿quién dejó la puerta del portón abierta?

— Yo digo que tal vez fue mamá. — Comenté. — Ya ves que luego tiene muchas cosas en la cabeza y se distrae. — Mathías afirmó con la cabeza, entendiendo mi punto. — Cambiemos el tema, ¿Sabes de qué tengo ganas? — Sonreí ampliamente.

— ¿De qué? — Preguntó sonriendo de la misma forma que yo.

— Veamos una película, me aburro un montón. — Extendí mis piernas que anteriormente estaban en posición de mariposa, cubiertas por las sábanas de mi hermano mayor. — ¿Tienes dinero para comprar palomitas o algo así?, estoy pobre.

— Cuando yo tenía tu edad... - — Me adelanté, interrumpiéndolo a media oración.

— Me llevas como dos años. — Gruñí.

— Me vale verga, cuando yo tenía tu edad ahorraba lo que me quedaba de la escuela. — Exclamó viéndome poner los ojos en blanco. — Tan grosera, compro los dulces si vas tú por ellos.

— Ahg, ya qué. — Me resigné dejándome caer encima de su almohada.

— Oye, por cierto, ¿Te acuerdas del tipo que vino a la casa la otra vez? — Encarné una ceja, sin entender. — El que me pidió una libreta prestada, cuando estabas viendo Sailor Moon en la sala. — Recordé la escena de inmediato, y se lo hice saber con un simple «ahh».

— Uhm, sí. — Respondí. — ¿Qué pasa con él?

— Dice que si no quieres salir con él. — Abrí los ojos sorprendida.

— ¿El de cabello café? — Asintió con la cabeza. — Ah, pues... — Pensé un momento.

El muchacho no era feo, por poco que recuerdo, aunque no me detuve a verlo fijamente ni le presté mucha atención ya que estaba ocupada viendo la televisión, pero no parecía un mal niño, es gracioso porque aún cuando intento convencerme a mí misma que puedo abrirme a tener una relación o intentarlo con alguien, al final de cuentas me desanimo terrible.

𝑉𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛𝑎𝑠 𝐷𝑒𝑓𝑒𝑐𝑡𝑢𝑜𝑠𝑎𝑠 - Levi Ackerman [Terminada]✓Where stories live. Discover now