En un mundo repleto de corrupción tiene que haber un mediador, y no, no estoy hablando de Dios.
Cuatro personas, cuatro personalidades distintas, cada uno conectado al otro por diferentes motivos.
La primera: Adara Nessa. Peligrosa, letal, fría, cr...
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Adara.
Mi mano derecha se mueve entre mis piernas mientras que con la izquierda me tanteo mis senos, suelto leves quejidos y arqueo la espalda a instantes de llegar a ese punto que...
Un sonido molesto me hace abrir los ojos de golpe, girando la cabeza hacia mi mesita de noche compruebo que el interruptor rojo está timbrando.
Jodido Declan.
Contad y Lanay no están en Grindory y Cony está ocupado con Allen en el sector X, así que debo ir a ocuparme del niño coqueto.
Con frustración y enojo voy hasta mi baño, me doy una ducha rápido, me visto y salgo para dirigirme a la celda 111.
Cuando llego, Declan está acostado en la cama, sus ojos se dirigen hacia mí, su gris tormenta contra mi azul cielo. Ignoro las reacciones de mi cuerpo contribuyéndole el deseo a que estuve a punto de tener un orgasmo y él lo arruinó.
—¿Qué necesitas? —pregunto mientras abro la celda.
—El grandote me dijo que podía llevarme a duchar cuando el sol se ocultara —señala la rejilla en la pared donde entra un poco de luz y aire natural—. Supongo que ese momento es ahora.
—El grandote no está —informo.
Él se levanta de la cama, su tamaño envolviéndome, viste con vaqueros oscuros y una camiseta de tiros blancos que deja ver sus brazos definidos. Me lamo los labios y miro sus ojos. No sonríe pero sus ojos muestran toda esa arrogancia que no quiere dejar salir.
¿Dónde está el chico tierno del primer día?
—Vamos, te llevaré yo.
Declan da un vistazo hacia afuera.
—¿Tu sola? —cuestiona. Ladeo la cabeza y sonrío con malicia.
—¿Me tienes miedo? —una sonrisa irónica adorna sus labios.
—¿De ti? —sus ojos me dan un repaso de pies a cabeza. No me inmuto o por lo menos no muestro que me está afectando—. No, pero quizás pienses que podría escapar.
—¿Crees que no podría contra ti? —inquiero. Declan da un paso hacia mí, debo alzar un poco el rostro para mirarlo a los ojos.
—Espero que si puedas —susurra, me estremezco sin poder evitarlo y miro hacia un lado, sus ojos me abruman.
—¿Quieres ducharte o no? —cambio el tema y él suelta una risita.
