FINAL PARTE 1/2

5.8K 357 169
                                    


POV GRACE

Corrí evitando mis pensamientos, queriendo retroceder el tiempo y con la sensación de haber sido utilizada. Corrí tratando de no caerme, pero no tuve suerte en mi misión. Quería que el camino fuera corto y no tenía idea de dónde estaba. De nuevo mi respiración no me servía, o era yo la que había dejado de funcionar.

La necesidad de apartarme lejos de Katherine y de todos iba absorbiendo mi capacidad motora. Mis niveles de alcohol, mis lágrimas y un ataque de ansiedad, eran la única compañía. Y no sé exactamente cómo acabé con las manos sobre mis rodillas vomitando. Sentía que me quedaba sin aire, que me iba desplomando y efectivamente, mis piernas dejaron de responder.

Caí de rodillas y el vómito parecía interminable, así como la reproducción inconsciente de las imágenes en mi cabeza. Las manos de Katherine sobre ella, su cuerpo desnudo, la manera en la que me engañaba sin siquiera pensar en que me estaba destruyendo. Quería odiarla y también recordaba lo que hizo por mí. Por más que intentaba que su traición llenara el espacio, mi amor la rescataba para mostrarme que ella siempre lo había dado todo por mí. Mis ojos lloraban por lo bonito y también por lo cruel. Mis pulmones se perdieron, estaban tan perdidos como yo, en el medio de un bosque y sin ganas de recordar el camino a casa. Ya no había una casa y quizás nunca volvería a tener una.

No podía más. Estaba lejos, mi cuerpo no sabía ni cómo levantarse, mi boca seguía sacando todo lo que al parecer tenía adentro. Recordar hacía que el vómito regresara y, al mismo tiempo, mis ojos sacaban las tristezas que ya no tenían espacio para vivir en mi interior. Me convertí en una bomba de tiempo y sola en medio del bosque, sin siquiera saber cómo regresar al internado, sentí que estaba a punto de explotar.

—A veces cuando piensas que no hay salida, solo estás a un paso del verdadero camino hacia tu transformación —escuché una voz y a esas alturas imaginaba que podía ser producto de mi mente, pero no estaba en condiciones para verificarlo.

Luchaba con mi mente, con mi respiración, y con esos pensamientos autodestructivos. Era tiempo de que pararán, necesitaba contraponerme, pero al mismo tiempo una parte de mí deseaba desaparecer.

—Vivir desconociéndote te ha motivado a pensar que eres tu debilidad, pero tu madre murió para que tú vivieras. Se sacrificó por ti y lo hizo porque sabía que tu vida era más importante que la suya. Eres la solución del problema, eres el inicio, Baker, y por eso estás destinada a venir conmigo.

Sentí sus manos cogiéndome del cabello para ayudarme a vomitar. Quise gritar que me soltara, pero no pude.

—Mi nombre es Eyra y soy la parte de esta guerra a la que le debes lealtad —dijo, al tiempo en que me levantaba y de algún modo sentí que sus ojos azules fueron normalizando mi respiración. El dolor que sentía fue disminuyendo paulatinamente hasta desaparecer. No me atreví a decirle nada, pero ella continuó—: No solo puedo curar tu dolor, puedo ayudarte a descubrir quién eres y cuál es tu papel —habló segura y pudo transmitirme esa seguridad.

Era una señora y vestía de blanco. Su traje estaba impecable, su actitud era desafiante. Me mostraba poder, ímpetu, y sobre todo dominio.

—Te diré algo y espero que nunca lo olvides: puedes ser una pieza que otros utilizan, o puedes ser quien mueva las piezas de los demás —agregó Eyra levantándome la barbilla para alzar mi rostro hacia el suyo—: Tu madre se sentiría decepcionada de saber que su hija, con un propósito tan grande, está siendo manipulada al antojo de personas que ni siquiera están a su nivel —Su voz me imploraba respeto, sus palabras me hacían dudar y al mismo tiempo me llenaban de fuerza.

Sin darme cuenta, mis ojos ya habían dejado de llorar.

—Necesito salir del internado. Quiero comenzar de cero y si puedes otorgarme un comienzo, tendrás mi lealtad, y todo ese potencial que dices que vive en mí —Ya no hablaba como una niña asustada, le hablé a través de mis ganas de ser indomable, de que nadie tuviese el poder de desbaratarme porque ya no quería vivir de mi dolor.

Siempre vuelvo a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora