Cuidar de mí

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No sé si fue la sensación que tuve al ver que no se había ido con Brandon. O tal vez fue la droga que probé para intentar olvidarla y refugiarme en otro cuerpo. La droga que quería que fluyera en mi sangre para vivir al máximo y que de una forma u otra me había llevado a ella.

El cuarto, la pintura en las paredes, la cama de sábanas blancas, las pocas luces prendidas que hacían que Grace se viera más perfecta, no sé exactamente qué era, pero lo veía en cámara lenta. Los colores estaban distorsionados y ya no quería un vaso de leche. La quería a ella.

—Mírame a los ojos, Kathe —hice lo que me pidió y fue ...

Fue como si finalmente me perteneciera.

—Estás muy drogada —señaló—. Conoces el procedimiento —volvió a decir y ya lo conocía.
Todos los jueves era igual. Yo me metía a bañar y ella buscaba mi ropa. Me daba agua o leche para luego acostarme, no sin antes decirme que no era necesario y que no podía vivir así.

Intenté caminar hacia al baño, pero la habitación me hablaba. Las estrellas de las paredes estaban frente a mi cara. Me costó mantener el equilibrio, estaba más cerca el piso y pensé en sentarme, o creo que estaba pensando en eso mientras mi cuerpo se caía de lado.

—El procedimiento de hoy será distinto porque no puedes ni con tu alma —la escuché decirme mientras me ayudaba a no caerme y caminamos al baño.

—No, ¿qué haces?
—Desnudándote. Voy a bañarte Charter, ni siquiera sé qué te tomaste o si mezclaste alguna de esas drogas que no se pueden mezclar con el alcohol. ¡Bebe esta agua! —ordenó y sentí sus dedos desabrocharme el pantalón.

—¡Puedo bañarme en ropa interior! No es necesario que...

—No seas tonta Katherine, vamos —y exactamente allí estábamos. En un baño de color blanco. Con un espejo grandísimo por el que podía ver una imagen bastante extraña de nosotras.

Y quise detenerla más de cuatro veces hasta que el brasier cayó.

—¿Puedes dejar de mirarme?

—¡Pensé que estabas muy drogada como para notarlo! —sonrió y fue directo a abrir la llave de agua—. ¡No tengo la culpa de que tengas unos senos tan redondos y bonitos! No soy ciega.

—¡Grace!

—¡Es la verdad! Ahora... —me haló del brazo ayudándome a subir y cerró la puerta para dejarnos encerradas en la ducha, pero antes de hacerlo... también ella se quitó la ropa.

Traté de no mirar.

Intenté no mirar.

Hice todo lo posible por no mirar.

Es tu hermana.

Es tu hermana.

Es tu hermana.

—¿Qué? ¿También tengo bonitos senos, Charter? ¿O nunca has visto un cuerpo desnudo de mujer?
—No seas ridícula y no es tan impresionante —mentí.
—¡Bienvenida a tu tortura! —Grace me empujó contra la pared del baño para poner el agua helada.

Me defendí quitándola, pero era contraproducente. Cada vez que forcejeábamos estaba más cerca de mí y no sabía exactamente qué pasaba por su mente, pero por la mía no era nada sano así que me rendí. Dejé que lavara mi cabello lo suficiente, aunque luego de la tercera lavada todavía insistía en que olía a cigarros.

—Te he dicho que el agua caliente no es buena para la piel —volvió a abrir la fría.

—¡Te he dicho que eres una fastidiosa! —volví a abrir el agua caliente.

Siempre vuelvo a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora