POV GRACE

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Ese día por fin me di cuenta de que si yo no me encargaba de mí, nadie más iba a hacerlo. Después de 18 años pude reflexionar sobre lo perdida que había estado. No era culpa de Katherine que me sintiera extraviada. Estaba tratando de aferrarme a ella cuando siempre debí aferrarme a mí.

  Mía me bajó de sus brazos después de no sé cuántos minutos de caminata. Habíamos llegado a una especie de cabaña. Me senté en una piedra afuera de la casa y ella sacó un pañuelo con el que limpió lo que quedaba de sangre de mi nariz.

Necesitaba controlarme. Dejar a un lado esa debilidad que me había acompañado desde que tengo uso de razón y hacerme fuerte. Necesitaba ganarle a mi mente por mí y no seguir esperando que Katherine me ayudara. 

   —¿Cómo te sientes?

   —Con ganas de emborracharme hasta que se me olvide mi nombre, o su nombre, o ambos nombres y nada me duela   —le contesté y Mía sonrió.

   —¿Quieres entrar? No es una mansión, pero hay chimenea, un par de camas y ...  —dijo Mía sonrojándose y se quedó callada hasta que por fin habló—: No te estoy invitando a dormir conmigo. Tampoco te voy a besar. Si gustas entrar a la cabaña, te aseguro que no seré ese tipo de chica que se aprovecha de tu vulnerabilidad —Me extendió la mano y ... no voy a mentirles. Terminé cogiéndola porque, ¿qué más podía perder?

  La seguí hacia la cabaña, pero cuando estuvo a punto de entrar...

—¿No te puedo dejar sola porque te vas a los brazos de otra chica? Me has cambiado por dos mujeres en menos de un mes —Escuché la voz de Brandon, volteé y efectivamente, estaba allí con Alex.

Ambos caminaron hacia nosotras y Brandon se paró justo frente a Mía.

—No te conozco y, por ende, se me dificulta juzgarte. No puedo emitir ningún juicio a lo que eres excepto que no lo sé, pero, Grace y yo tenemos historia. Soy su ex novio —¿Qué le pasa, o por qué dice eso? Me parece innecesario, pero continúa—: La quiero por encima de lo que fuimos y te lleno de información sobre nuestro pasado porque no puedo dejarla a solas contigo. Agradezco que la defendieras, pero en vista de las circunstancias que nos atañen ...

—Lo que quiere decir es que nos quedamos contigo porque no nos fiamos de tu dulce y linda carita —lo interrumpio Alex—: Así que esta noche no será de comerse los coños. A menos de que no les importe comerselos delante de nosotros, que mira, les aseguro que al menos yo, no lo disfrutaría.

—Cuida tu vocabulario —le advirtió Brandon, pero tanto Mía como yo, no pudimos evitar reírnos.

Al menos a mí me hizo gracia que pensara eso. ¿También Katherine pensaría que sería capaz de engañarla? No. Katherine no debía estar en mi mente, justo en ese instante me propuse eliminarla, pero qué difícil es conseguir lo que queremos.

Alex ingresó a la cabaña abriendo la puerta de un empujón. A Mía pareció no molestarle.

—¡Bienvenidos! Están en su casa.

—¡Bien! —Alex saltó por la mesa de la cocina y abrió la nevera—. Nada de comer, qué pena. ¡Empezamos mal!

—Lo siento, normalmente no recibimos personas. Aun así... —Mía se metió en la que parecía la única habitación y luego de unos minutos salió con dos botellas, entregándome una a mí—: Toma, para que te olvides de su nombre y de tu nombre, solo espero que no te olvides de mí.

¿Me estaba coqueteando?

Bebí un trago sin dejar de observarla. Sabía asqueroso, pero no dejé de beber. El segundo fue más profundo y me quemó la garganta. Quería conocer el dolor. El dolor del frío, que Katherine siempre me evitaba. El dolor de cabeza de una buena resaca que jamás me interesó. Quería vivirlo esa noche. Quería olvidar para luego recordarme. Y eso haría.

Siempre vuelvo a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora