Siempre vuelvo a ti

Mi mate

Me desperté completamente perdida.  Al principio, traté de entender dónde estaba o buscar adónde se había ido mi madre. No conseguí rastro de ella, pero conseguí a Grace sentada en el borde de la ventana de una habitación en la que nunca había estado. A través de la ventana pude ver la claridad del día. También observé un lago inmenso bordeado por pinos, pero lo que más me impactó fue su rostro cubierto de lágrimas.

—Todavía no te libras de mí —le dije y de un salto llegó a la cama, al tiempo en que se secaba las lágrimas. La extrañaba como si me hubiese ido por mucho tiempo y ni siquiera sabía cuánto llevaba dormida.
—Pensé que nunca ibas a despertar —contestó y cuando intentaba levantarme, con uno de sus besos me recostó de nuevo en la almohada—. Katherine, no quiero perderte nunca. ¡Llevo una semana sin ti y ya lo he decidido!
—¿Qué es lo que has decidido? —pregunté.
—Que no me importa nadie excepto tú —afirmó—. Es muy en serio. Mira que llevas una semana sin estar conmigo y siento que no tiene sentido. Sin ti los días son iguales y el nudo en el pecho no desaparece. He decidido que estoy enamorada de ti y que no me importa si todos nos ven como hermanas. Yo te amo y si me amas como para arriesgar la vida por mí, espero que puedas amarme  como para mandarlos a todos al carajo y vivir conmigo. 

Volvió a besarme y muchas imágenes invadieron mi mente. Imágenes de Grace dentro del vientre de su madre. Imágenes de ella llegando a mi casa. Imágenes de sus ataques de pánico, de sus miedos, de sus sonrisas. Imágenes de nosotras, pero también mías y del lugar del que provengo.

No sé cómo, pero el sueño que tuve con Andrea me había cambiado y en el fondo de mí estaba  segura de que fue más que un sueño.

—Soy un lobo y una parte de mí es asesina. Voy a intentar controlarla, pero mientras tanto maté al padre de tu novio y a tu padre también. Mientras tanto, soy ese monstruo que en el fondo de ti detestas y ¿sabes? no quiero cambiar. Es lo que soy y no puedes decir que me amas, si no amas esa parte de mí —Las palabras me partían. Sabía que era probable que estuviera perdiéndola, pero era cierto. Esa era mi verdad.

Me levanté de la cama porque ya no podíamos vivir fingiendo que nada estaba pasando. Yo no podía seguir ocultando mi realidad y mi llamado tenía que ser más fuerte que mi amor por ella.

—Puedo sentir tus emociones —Se levantó y caminó hacia mí, que me había detenido junto a la ventana. La habitación era amplia y yo tenía muchas preguntas, pero la energía de Grace era sexual. Ella no quería contestar mis preguntas, ella quería que las olvidara.

—Según tú... ¿Cuáles son mis emociones?
—Tienes miedo.
—No tengo miedo —respondí y le mantuve la mirada.

Llevaba puesta una camiseta y unos pantalones de dormir grises, pero incluso en pijama se veía demasiado sexy.