9 años antes - Sálvame de mis pesadillas

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9 años antes

Sálvame de mis pesadillas

Llevábamos pocos días en la casa nueva. Nos habíamos mudado a un pueblo prácticamente en medio de la nada y mi única felicidad era que los padres de Candace habían decidido mudarse también. No me creí su excusa de que no querían separarnos, pasaba algo más. Sin embargo, era una niña y mi felicidad por no separarme de mi mejor amiga se conformó con las razones dadas sin preguntar demasiado.

Candace y su hermano serían nuestros vecinos y como niños, lo primero que hicimos al llegar fue echarle un vistazo a nuestra casa. Grace quería dormir conmigo y que compartiéramos cuarto, pero para su padre no era una opción. Nuestras habitaciones estaban en frente, pero para alguien tan miedoso como ella eran kilómetros de distancia. Peleó con su papá hasta que un grito de ese histérico hizo que se callara. Le apreté la mano tratando de hacerle saber que no pasaba nada, que si tenía miedo podía dormir conmigo. Siempre tenía lo que ella necesitaba. Sabía cuándo estaba atravesando un ataque de pánico o cómo calmarla. Ese día no fue la excepción.

-Te dejo que escojas la habitación más grande -le dije, una vez que estuvimos solo las dos.

-Siempre tengo pesadillas, no quiero dormir sola -se quejó.

-No vas a dormir sola y yo siempre sé cuando tienes pesadillas para despertarte. Ahora, elige la habitación que quieras antes de que me arrepienta de mi generosidad.

Grace me sacó la lengua y se soltó de mi mano para abrir la primera puerta. El piso de toda la casa era de madera. La habitación no parecía de una niña y todavía tenía un portarretrato familiar en una de las mesas de noche donde salían 18 chicos en medio del bosque. Grace se quedó mirándolo y no sé por qué razón, pero terminó lanzándolo al piso. Fue como si le hubiese dado algún tipo de electricidad.

-Quiero la otra habitación -dijo al instante, al tiempo en que apretaba mi mano.

Me apresuré a buscar una escoba porque no quería dar razones para que la pusieran más nerviosa ni para que la regañaran.

-¡No tienen ni cinco minutos y mira este desastre! ¡Así sea por las malas van a aprender a comportarse! -Su padre nos interceptó cuando salíamos del cuarto.

-Fui yo -Mentí-. Se me resbaló de las manos.

-Por supuesto que fuiste tú, Katherine -Una cachetada en mi cara fue el siguiente suceso. Alejandro buscaba cualquier excusa para ser violento. Estaba bravo con la vida y nosotras éramos eso que usaba para descargarse.

Sabía que si me quedaba callada se iría. Si, por el contrario, le plantaba cara como hacía siempre que me golpeaba, seguiría haciéndolo y yo seguiría mirándolo hasta que supiera que me dolía más ser débil ante sus ojos, que cada uno de sus golpes y por eso resistía.

Grace estaba a mi lado y antes de que pudiera defenderme, o hiciera una estupidez, bajé la cabeza y le apreté la mano para que se quedara inmóvil.

-¡En esta nueva casa me encargaré de que no seas un problema, aunque tenga que matarte a golpes! -Fueros sus palabras antes de salir del cuarto y azotar la puerta.

Grace me abrazó y no paraba de preguntar si estaba bien. No me gustaba que me viera débil. Levanté la cara diciéndole que era solo un golpe. Que los golpes de los monstruos no me asustaban y que ella tampoco debía asustarse en sus pesadillas. Fui por la escoba y barrí el piso. Era extraño, pero de algún modo las caras de esos sujetos que salían en las fotografías me resultaban familiares.

Me quedé con esa habitación. Era de color negro a diferencia de la otra que tenía las paredes de un color rosa pastel. El cuarto de Grace no tenía balcón, pero sin duda era más acogedor y se sentía más cálido que el mío. Por suerte, desde niña me había acostumbrado a hacer las cosas por mí y arreglar mi habitación hasta que luciera increíble no sería la excepción, le quitaría la atmósfera a muerte hasta que se viera espectacular.

Siempre vuelvo a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora