Capítulo 77: El verdadero Edmund

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El camino hacia el páramo del farol era largo, calculaba que llegaría esa misma noche (si no me detenía) o a la mañana siguiente a más tardar. El día pasó con rapidez e intenté ahorrarme horas de descanso y abarcarlas cuando fuera realmente necesario. Eran aproximadamente las 4 de la tarde cuando me detuve para comer algo y alimentar al corcel.

-Eres un buen chico- le dije al caballo mientras le daba una manzana- se que serás lo suficientemente inteligente para encontrar el camino a Cair Paravel. Aslan no permitirá que nada te pase.- ahora le acariciaba su hocico.

Bajé del caballo para estirarme un poco, notaba a mi amigo cansado y pensé que no importaba realmente en cuánto tiempo llegáramos hasta el Páramo pues regresaría a mi mundo de todas maneras.

-Puedes descansar- le dije mientras bajaba la bolsa y le quitaba la silla- creo que yo también lo necesito- confesé.

Apenas dije eso, el caballo se echó al suelo y dió una vuelta quedando casi a mi lado. Imité su acción y me senté en el suelo húmedo.

-Ufff- dije- vaya que el camino es largo. Aunque sinceramente no me pareció así el primer día que llegué... Es más, no era para nada largo- abrí los ojos- bueno, supongo que ese es otro de los grandes misterios mágicos de éstas tierras... Lo extrañaré, allá en mi mundo no pasa nada inusual...- me alcé de hombros.

Percibí rápidamente que el caballo se encontraba dormido. Me quité la capa y se la puse encima como una sábana.

-Lo necesitas más tú- susurré acomodándosela.

Recargué mi espalda sobre su lomo y contemplé el cielo aún nublado, sin darme cuenta, me quedé dormida.
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Abrí los ojos porque mis dientes empezaban a castañear, me percaté de que el caballo aún dormía plácidamente ante el calor que le producía la capa. Estuve a punto de despertarlo pero no lo hice, él igual había tenido un día difícil y aún faltaba poco más de la mitad. Lo dejé descansar y esperar a que se levantara. Mientras tanto, abrí el bolso y quise leer por última vez un libro Narniano o al menos un fragmento de él. Aún había luz en el ambiente. Era algo raro porque calculaba que serían las 7, sin embargo, parecía más temprano.

Tomé un libro al azar y me encontré con el mismo que le había regalado a Edmund en Navidad, esa historia que había escrito asombrosamente en una noche. Estaba perfectamente cuidada. Aún tenía mi dedicatoria, la hojeé un poco hasta que noté unos bultos entre las hojas, cuando llegué hasta ellos me topé con unas hojas desprendidas perfectamente alineadas.

No tardé mucho en darme cuenta que esas hojas no pertenecían al libro y que estaban escritas con una caligrafía distinta a la mía pero que reconocí inmediatamente.

-Son escritos de Edmund- murmuré para mí misma.

Como ya había reconocido, eran manuscritos personales, estaban fechados y contenían nada más y nada menos que sus sentimientos.

*NO PUEDE SER, EDMUND TAMBIÉN LLEVABA UN REGISTRO DE SUS VIVENCIAS*- Pensé. -*¿Qué se supone que haga ahora? ¿Debo leerlos? No, eso no es correcto, si se entera... Un momento, no puede enterarse porque no lo volveré a ver, quizá piense que lo perdió... Pero, ¿Y si recuerda que él mismo me ofreció el libro? Yo no prestaría el escondite donde guardo mis notas personales a alguien a menos que quisiera que los leyera... ¿Me lo dió a propósito? O ¿Sólo se le olvidó?....*

Y de esa manera, estuve debatiendo con mi subconsciente sobre cuál sería la mejor opción. Finalmente, luego de casi 5 minutos decidí leerlos.

Revisé rápidamente y me di cuenta que hacían falta algunas fechas pero pensaba que eso no restaría importancia a lo que encontraría.

NARNIA. La Última Reina De Antaño (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora