Capítulo 65: La puerta en el cielo

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Caminé pocos minutos tratando de distinguir lo que tenía frente a mis narices, pues las nubes (que más bien parecía niebla) obstruían la visibilidad considerablemente. Extendí mis brazos hacia enfrente como si tratara de evitar chocar con quién sabe qué. Después de todo, esa estrategia funcionó porque percibí de pronto una superficie sólida y textura familiar, dirigí mi mirada hacia arriba y observé que frente a mí había una gigantesca puerta, tan alta que no alcanzaba a mirar dónde terminaba su altura, busqué alguna manija o cerradura con mis manos, pero apenas lo hice, se escuchó un chirrido y la puerta se abrió hacia dentro. Miré al rededor pero no parecía hacer nada ni nadie más, así que entré poco a poco.
El sitio que se hallaba ahí dentro era totalmente distinto a lo que ya había visto antes. Para empezar, al atravesar ese pórtico noté que habían menos nubes y por tanto, más visibilidad, ahora sólo habían algunas nubes en mis pies más no frente a mí. Se trataba de una especie de invernadero, que no tenía paredes ni cristales, pero estaba lleno de plantas que conocía y otra muchas que no había ni imaginado. Había un sendero que tuve que seguir para encontrarme con una fuente de oro de la que brotaban las más cristalinas y puras aguas que hubiera podido apreciar. Me acerqué con cautela y asomé mi cabeza para mirar mi reflejo. No me reconocía, estaba tan sucia y llena de sangre y tierra que por un momento sentí pena de haber estado así frente a mis amigos. Tomé con mis manos un poco de esa agua fresca y lavé mi rostro tallándolo fuertemente para tratar de quitarme la sangre y tierra. Sin embargo, algo muy raro y loco pasó, cuando abrí los ojos después de tallarme, el agua se había puesto turbia y unas manos salieron del agua para intentar ahogarme, quise luchar para desenvainar mi espada, pero otros dos pares de manos más me jalaron haciéndome caer al agua.
Abrí los ojos para encontrarme en una especie de bucle de tiempo. Me vi a mí misma, pedida en el bosque mientras nevaba.

-Fue el primer día que pisé Narnia- murmuré.

La escena que siguió fue cuando huí hacia el bosque para terminar encontrándome con el búho de Jadis. Lo diferente en esta ocasión era que podía escuchar lo que pensé en esos instantes.
Primero, recordé que estuve tentada a aceptar el ofrecimiento del búho y abandonar Narnia por intentar escapar de mi misión, o cuando estuve a punto de tomar el té que me hizo dormir, o cuando Edmund y Peter pelearon en el estudio del mayor de los Pevensie, o aquella vez que tratando de invocar la luz de luna casi muero, cuando encontramos a Jace, aquellas excursiones para buscar a Jadis, cuando no avisé al momento que iría a enfrentar a la Bruja Blanca por salvar a Lucy, la vez en la que reclamé a Peter por no tomarme en cuenta para ir Calormen, cuando Jace me chantajeó y no dije nada, el día del desfile del Príncipe y el revuelo que provoqué al intervenir, como el Tisroc me amenazó a mí y a mis amigos y tampoco les comenté, cuando fui secuestrada y torturada por Henry, la ansiedad que me provocó mirar a la madre de Rebeca morir, cuando me desmayé en la alfombra, la depresión que me entró cuando me enteré que mi doble se casaría con Henry, las vidas que perdimos en la batalla, mi ruptura con Edmund, cuando me acusaron de robar el cuerno de Susan, las peleas con Peter, el desastre en mi cumpleaños, el alboroto en Navidad, la llegada a las Islas Solitarias y la reciente huida de las criaturas en esas tierras.
Era realmente un álbum de los recuerdos más horribles que había acumulado desde mi día uno en Narnia, pero además de todas esas escenas, también percibí las consecuencias para todos y cada uno de los que estaban presentes conmigo en cada ocasión, les había afectado de una u otra manera y el remordimiento que me causaba era brutal, especialmente la última parte, porque tuve que confesar todo eso a Caspian y Peter involuntariamente mientras mi vida pendía de una rama días atrás.
Luego, los diálogos más dolorosos que llegué a tener con cada uno de ellos, me destrozaba el corazón recordar esos momentos tan frágiles y llenos de impotencia, quería gritar, pero terminé llorando. La culpa llegó después cuando mi mente comenzó a jugarme chueco con ideas pesimistas de la misión, finalizando esta en la pérdida de mi vida y por tanto, la derrota de ambos mundos. Tuve una visión; donde toda Narnia estaba devastada y en la Tierra los noticieros hablaban de seres abominables que destruían todo a su paso, los ejércitos americano y ruso habían sido los últimos en pie, pero no pudieron mantenerse así por mucho tiempo. Y finalmente, los destrozos de mi hogar y los cadáveres de familia y amigos tan realistas que me pusieron mucho más nerviosa de lo que estaba.
Un leve viento cálido pasó a mi lado y las imágenes se desvanecieron, me sentía culpable, aterrada y tan tonta como para poder continuar, sin embargo, el ambiente se tornó cálido y me hizo saber que nunca estaría sola, sabía que Aslan siempre estaría ahí y que no quería verme derrotada cuando estaba a solo pasos de completarla.

NARNIA. La Última Reina De Antaño (TERMINADA)Where stories live. Discover now