Capítulo 76: Los recuerdos que más pesan

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Desperté te mprano como de costumbre. El cielo estaba nublado y el aire frío al estar aún en temporada invernal.

*Tengo que ir a acomodar mis cosas*-pensé.

Me cambié y puse un vestido de manga larga. Decidí que iría a recoger unos libros a la biblioteca y después por comida. Tomé una bolsa que tenía finta de maleta.
Bajé en silencio hasta la biblioteca y busqué mis libros. Fui casi hasta la estantería final y empecé a echarlos a la bolsa cuando escuché una voz detrás mío.

-¿Necesitas ayuda con eso?-preguntó Edmund.

Giré y dejé la bolsa en el suelo.

-¿Vas a algún lado?- preguntó.

-No.- respondí.- estoy bien, solo que pensaba en subir unos cuantos libros para no tener que bajar luego- mentí.

-Oh, bien- comentó Edmund algo extraño- en ese caso te recomendaré uno.- dijo para empezar a caminar.

Levanté la bolsa y lo seguí. Llegamos hasta la estantería principal y con toda facilidad Edmund bajó un libro de una pasta peculiar.

-Toma- dijo entregándome el libro.

-Ed- murmuré tomando el ejemplar entre mis manos.

Se acercó más a mí y puso su dedo índice sobre mis labios. Yo estaba roja y con los ojos abiertos.

-No, no digas nada...- pidió.

Estaba acercando su cara a la mía, mi corazón estaba a punto de estallar cuando de pronto llegó Erika.

-¡¿Edmund?!- preguntó casi en un grito desde la entrada de la biblioteca.

Me asusté demasiado, Edmund se había alejado de golpe y tiré la bolsa con libros haciendo que éstos cayeran en diferentes sitios. Me apresuré a levantarlos y Edmund me ayudaba.

-Cómo lo siento- me disculpé en un susurro sin saber la razón- te casarás mañana y yo no debí...-

-Discúlpame tú a mí- intervino Edmund- yo fui quien se acercó.

Nos pusimos de pie y Edmund terminó de colocar los últimos libros en la bolsa.

-Tengo que irme- hablé- aún hay cosas que hacer y supongo que tú también estás ocupado. Adiós- y rápidamente me alejé, sentí que me siguió en un principio pero al llegar donde Erika los pasos se habían detenido.


Miré hacia atrás para verlo por última vez, estaba acariciando su mejilla cálidamente. Volví la mirada al frente y aceleré el paso.
Llegué hasta la cocina y entré al ver que estaba vacía, coloqué varios panes, frutas, agua, algo de vino, queso y un poco de carne asada en bolsas para finalmente echarlas a la gran "maleta".
Pensé en salir por donde había entrado pero me dí cuenta de que no podría pasar desapercibida, así que opté por usar el corredor de servicio y salir por la parte trasera. Aún me hacían falta mis armas, mi libro de Encantamientos, mapas y notas. Escondí la bolsa debajo de una mesa y subí hasta mi habitación para ir por las últimas pertenencias.

Cuando llegué, la puerta estaba entre abierta. Me asomé con cuidado y vi a Lucy sentada en mi cama con un aire de profunda pena.

-¿Lucy?- pregunté entrando- ¿Qué haces aquí tan temprano? Creí que seguías dormida.- me acerqué a ella.

-Pensé que no te alcanzaría- dijo sin levantar la mirada.-quería despedirme.-

Me quedé callada. No sabía cómo lo había desifrado, pero después de cierto tiempo me senté a su lado, di un largo suspiro y comencé a hablar.

-¿Cómo te enteraste?- pregunté.

-Anoche te escuché hablando con Aslan- dijo.- había ido por un vaso de agua. No te quise despertar. ¿En serio tienes que irte?- su voz se había quebrado y lágrimas empezaban a brotar de sus ojos azules.

Mi alma se estaba partiendo. ¿Cómo podría despedirme de ella? La había amado tanto como se aman las hermanas y dejarla marchar sin saber si algún día la volvería a ver dolía enormemente.

-Sí- respondí pesadamente- se lo prometí a Él y también a ti. Cuando no haya más peligro en Narnia yo partiré. Además, no descubrimos nada malo en Edmund, todo lo que él siente por Erika es auténtico.- ahora estaba empezando a llorar igual- Ya nada tengo que hacer aquí.-

-Yo te necesito- levantó su cara y buscó mi mirada- te necesitaré siempre, también Peter, Susan, Caspian e incluso Edmund...-

-No es así como funciona- dije mirándola- yo tengo que seguir mi vida allá. Quiero ver a mi familia de nuevo. Sé que ustedes han sido mis hermanos todo este tiempo pero... Extraño a mis padres.-

Lucy me abrazó, parecía comprender este punto porque por las noches solía orar por sus padres, la diferencia es que ella siempre era apoyada por sus hermanos y aunque yo ciertamente también recibía ese apoyo no tenía a algún otra familiar en esas magníficas tierras con quién compartir recuerdos dorados.

-¿Estarás conmigo?- preguntó.

-Hasta el fin- dije- recuerda nuestra promesa. Cada noche, te estaré esperando a ti, a tus hermanos y a todo aquel que mire la misma estrella.-

Ambas llorábamos. Le supliqué a Lucy que no dijera nada a sus hermanos, Caspian o Naville y ella lo juró. Fue Lucy quien me entregó mi libro de Encantamientos que había estado abrazando mientras no llegaba. Recogí mis armas; coloqué mi carcaj lleno de flechas y con el arco en mi espalda mientras a mi izquierda iba mi espada en el cinturón. Saqué mis notas y las puse entre mi libro y me dirigí por última vez a mi ropero que albergaba un sinfín de vestidos preciosos que había portado durante mi estancia en Narnia, saqué una capa con capuchón y me lo coloqué ocultando las armas. En el tocador, estaba mi corona. Sentía una aflicción horrible al desprenderme de todo aquello, finalmente, se lo entregué a Lucy y le pedí que lo guardara en la Sala del Tesoro.
Le deposité un pequeño beso en la frente y ella me entregó el pañuelo bordado que Rebeca me había obsequiado. Lo tomé y sin mirar atrás, salí del cuarto dejando a Lucy atrás.

Llegué hasta la cocina hecha un mar de lágrimas, aún no había nadie, pero no faltaba mucho para que comenzaran a llegar los cocineros, tomé la bolsa del lugar donde la había escondido y la atravesé por sobre mis hombros, tomé el corredor de servicio y salí por los jardínes traseros. Llevaba la capucha porque realmente hacía frío. Busqué un buen corcel, lo ensillé y después de colocar la maleta a un costado suyo, lo monté, tomé las riendas y partí.

Tuve que tomar un camino alterno para evitar ser vista y fui muy cuidadosa con ésto último. La entrada principal estaba abierta porque llegaban desde temprano cargas con decoraciones para la futura boda de Edmund, así que aproveché este descuido para salir a toda velocidad y terminar internándome en el bosque.
Cada segundo galopando se hacía más doloroso, como si trataras de quitarte una espina que se había quedado clavada por mucho tiempo, no podía mirar atrás porque sentiría ganas de volver y yo ya había pactado algo con Aslan. Fue una de las cosas más dolorosas de todas, recordaba los días más bellos junto a los Reyes y Reinas, las bromas, incluso las peleas, peo también mientras más alejaba del precioso Castillo llegaba un olor que reconocía; olor a Hogar, el viento cálido de mi región y una melodía tradicional tomó control de mi cabeza. Empecé a tararear una canción típica de mi estado mientras mis lágrimas aún caían en la poca nieve que ya empezaba a derretirse.


NARNIA. La Última Reina De Antaño (TERMINADA)Where stories live. Discover now