Y es que, era verdad. Jimin no solo quería ir a comprar un tinte, quería visitar cada tienda que viera y le prometiera entretenimiento; pasamos tanto tiempo viendo cosas que al final no compraría, que podría trabajar ahí al aprenderme todo lo que hay en los pasillos y en los estantes.

—Jimin, es la tercera vez que pasamos por aquí. —Reí para evitar sonar desesperada. —¿Comprarás algo o dejarás que la chica de allá nos siga viendo como si fuéramos ladrones?

—No somos ladrones. —Respondió frunciendo el ceño pero aún mirando lo que tenía en sus manos.

—Ya sé, pero no creo que ella piense eso.

—¿Por que debería importarme lo que ella piense? —Levantó los hombros. —¿A ti si te importa? —Preguntó mirandome con duda mientras sus labios estaban entreabiertos.

—Me refiero a que... Mejor, olvídalo. —Dije moviendo la cabeza. Jimin volvió a levantar los hombros y después de mirar por un poco más de tiempo todas esas cosas de papelería, decidió que era tiempo de ir por sus tinte. O tal vez era la presión que yo puse sobre él.

A diferencia de todo el tiempo que pasamos anteriormente viendo algo que pudiera convencer a Jimin para que lo comprara, aquí entró y tomó sin dudar el tinte azul. Ni siquiera se vió con el deseo de querer distraerse con algo, no, fué directamente a aquella caja blanca con letras azules que anuncian su contenido.
Sus pasos hacia mí iban acompañados de una sonrisa formada por sus labios, sus manos hacían bailar la caja y cuando por fin llegó a mi, lo extendió.

—¿Puedes pagar por mi? —Preguntó mordiendo su labio superior. —Por favor. —Dijo después de que lo mirara como si bromeara. El tinte pasó a estar en mi manos y ambos comenzamos a caminar a la fila para pagar. Después de la chica de cabellos rubios terminara de pagar, pasamos nosotros y dejamos que la cajera nos atendiera. —Deberíamos ir a comer algo. —Dijo Jimin mientras se balancea con sus pies y esperaba a que la bolsa con la marca de la tienda llegara a mis manos.

—¿Que quieres comer?

—Hamburguesas. —Respondió sin dudar sonriendo.

El día se fué así, comimos hamburguesas las cuales después Jimin deseó que fuera pollo frito. Dimos unas cuantas vueltas más al centro comercial y aunque entramos a 6 tiendas más, Jimin solo compró calcomanías que probablemente guardará en su cajón junto todas las demás que no quiere usar porque son muy lindas.

Me resultaba gracioso y en cierta forma curioso, ver cómo evitaba pagar él; apesar de ver qué el socializar y el hablar abiertamente no parece ser algo difícil para él, siento que esto si, y mucho.

—Es solo que me pongo nervioso. —Justificó cuando traté de preguntar el porque no lo hace él. No había problema con hacerlo yo, después de todo, vine y trabajo para apoyar a Jimin en lo que sea que llegara a necesitar, pero ¿Siempre ha sido así?

Cuando llegamos a casa, Jimin corrió directamente a cambiarse para que su cabello tuviera el brillante color azul lo más pronto posible; cuando bajó, caminó al baño e hizo que me prepara para ayudarlo en ese proceso, aún si insistí que no sé hacerlo.

Lavó su cabello en la bañera y secandolo con una pequeña toalla reía avergonzado sobre lo manchada que estaba la playera que tiene puesta. Tenía manchas rosas, rojas y algunas verdes, todas de tintes que ha probado anteriormente, según él.

Jimin y su escandalosa risa hacían que todo el intento de no manchar nada fuera vano, su frente tenía una gran macha azul y el piso del baño también tenía unas cuantas manchas. Decía a carcajadas que mis manos parecían las manos de Mystique de X-Men, pero dejaba de reír en cuanto yo le decía que esa gran mancha lo convertía en Nightcrawler de los mismos.

Lo que es un proceso de 20 minutos, terminó siendo uno de una hora con todas esas risas que nos detenían.

Pasado el tiempo de espera, lavamos su cabello en la bañera igual como lo hizo al principio, solo que el color blanco de esta fué remplazado por un oscuro azul que creo que ni el mismo cloro quitará. Jimin tallaba fuertemente su frente pero la mancha parecía querer quedarse con él para siempre, haciendo que el solo riera pero fingiera llorar al mismo tiempo.

—Todo es tu culpa. —Dijo sin despegar la mirada del espejo con una pequeña risa.

Varios intentos por quitar la mancha después, sus labios  comenzaban a formar un puchero y al ver que su frente no dejaba de ser azul y un poco roja por haber tallado tanto, dejó de reír y en serio parecía querer llorar. Se sentó en el retrete y mirando al piso soltó el aire que guardaba para quedarse en silencio frente a mí.

—Tal vez tu mamá sepa cómo quitarla. —Dije buscando su mirada, pero él solo negó con la voz: —Voy a mi habitación. —Aún no había terminado de decir la oración, pero él ya estaba subiendo las escaleras. Se molestó, es obvio, pero minutos antes él estaba riendo, creí que estábamos jugando. De ninguna forma habría querido que esa mancha no tuviera intensiones de borrarse.

La señora Park llegó cuando comencé a limpiar todo el desastre que hicimos en el baño; después de que me preguntara sobre el color de mis manos y el baño, y yo le dijera sobre el incidente con la frente de su hijo, subió a la habitación de Jimin.

Mientras le contaba, sus labios sonrieron y al segundo hicieron una mueca que acompañaba el ladeo de su cabeza, esta vez no dijo nada como que debería comprenderlo, ni que era razonable su repentino enojo.

Ni tampoco me dijo que dejaría de hablarme durante el resto del día y al siguiente.

Ni tampoco me dijo que dejaría de hablarme durante el resto del día y al siguiente

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Autismo. || PARK JIMIN Where stories live. Discover now