xliii. la victoria de snape

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–¿Por qué siempre está sangrando? –preguntó Magnus.

–No lo sé, pero se ve sexy.

Harry llegó a la mesa y se sentó en el lado derecho de Cassie, pues Magnus estaba sentado en lado izquierdo.

—¿Dónde has es...? ¡Atiza! ¿Qué te ha pasado en la cara? —dijo Ron mirándolo con los ojos muy abiertos, igual que el resto de los muchachos que había alrededor.

—¿Por qué? ¿Qué tengo? —replicó Harry, y cogió una cuchara para ver su distorsionado reflejo.

–¡Estás cubierto de sangre, bobo! –exclamó Cassie– ¿Estás bien? ¿te atacaron de nuevo? Merlín, Potter, no vuelvas a asustarme así –habló con rapidez Cassie, que no le dio tiempo de responder a Harry. Le dio un efusivo abrazo y se alejó; las mejillas de ambos no tardaron en teñirse de rojo. Magnus los miraba con una pequeña sonrisa, mientras bebía de su jugo.

–E-Estoy bien, Cassie.

–Ven aquí... —Hermione levantó su varita, dijo «¡Tergeo!» y le limpió la sangre seca de la cara.

—Gracias. —Harry se palpó el rostro, ya limpio—. ¿Cómo tengo la nariz?

–Ordinaria.

–¿Y Rosalyn? ¿Dónde está? No la vi en la mesa –preguntó observando la mesa de Gryffindor buscando una cabellera pelirroja.

–Fue seleccionada en Hufflepuff, Potty, ahora es una linda tejoncita –le sonrió Cassie sacudiendo la ropa de Harry– ¿Qué te pasó? No, no digas nada. Fue Draco, ¿verdad?

–¿Cómo lo sabes?

–Puede que alguien te haya estado esperando porque no aparecías... –habló Magnus con la boca llena.

–Eres asqueroso, Sauce. En fin, ¿Hablarás o no?

—Ya les lo contaré más tarde —replicó Harry.

—Pero... —protestó Hermione.

—Ahora no, Hermione —insistió Harry– ¿Dumbledore ha mencionado a Voldemort? –preguntó tomando patatas fritas, pero en menos de un pestañeo, fueron sustituidas por postres.

—Todavía no, pero siempre se guarda el discurso propiamente dicho para después del banquete, ¿verdad? No creo que falte mucho.

—Snape ha comentado que Hagrid llegó tarde al banquete...

—¿Has visto a Snape? ¿Cómo es eso? —se extrañó Ron entre dos ávidos bocados de pastel.

—Me lo encontré por el camino —mintió Harry.

—Hagrid sólo se retrasó unos minutos —aclaró Hermione—. Mira, te está saludando con la mano, Harry.

El muchacho miró hacia la mesa de los profesores y sonrió a Hagrid, que, en efecto, lo saludaba con la mano. Hagrid nunca había logrado comportarse con la misma dignidad que la profesora McGonagall, jefa de la casa de Gryffindor, cuya coronilla no alcanzaba el hombro de Hagrid; la profesora estaba sentada al lado del guardabosques y contemplaba con gesto de desaprobación ese entusiasta intercambio de saludos.

—¿Y qué quería el profesor Slughorn? —preguntó Hermione.

—Saber qué había pasado en el ministerio —respondió Harry.

—Toma, como todo el mundo —repuso ella con desdén—. A nosotros en el tren no paraban de preguntarnos, ¿verdad, Ron?

—Sí. Todos preguntaban si es verdad que eres «el Elegido».

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 ✓حيث تعيش القصص. اكتشف الآن