21. Miedo en su mirada

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—Niñas... ¿Pero qué sucedió? ¿Qué es esto? —Preguntó Mariel preocupada mientras observaba a su hija entrar a la casa—. Pasen, vayan a la sala...

Las dos jovenes rápidamente acataron aquella orden, ayudando a la castaña a avanzar hasta el sofá, donde tomó asiento de manera que su espalda quedo expuesta ante la adulta, su mandíbula se tensó  mientras cerraba sus ojos con fuerza en un intento de soportar el dolor que sus heridas generaban, el sudor frio recorría su frente mientras veía a la adulta sacar el botiquín para poder tratar las heridas que tenía en su cuerpo, Yannah observó con atención a la madre de su amiga, la cual rápidamente comenzó a sacar cosas del interior de la caja plástica.

—Explíquenme qué sucedió —Pidió Mariel mientras se acercaba a su hija con algodón y alcohol para desinfectar las heridas de la menor.

—Un tigre nos atacó en el bosque, nosotras pensábamos que era Arleth, pero el animal intento atacarnos y Arleth nos defendió —Explicó con nerviosismo Yannah mientras sentía el olor de la sangre que había en el cuerpo de su amiga.

—Ellas no estaban transformadas y aunque lo hubieran estado no hubieran podido contra él, mamá era un siberiano —Acotó ella mirando a su progenitora, quién ante la sorpresa dejo caer la botella de alcohol de sus manos.

—Nunca lo vimos antes, escuche en la escuela a los lobos hablando de que habian visto a un tigre vagando en el bosque y por la cadena montañosa —Contó Nia mientras miraba a la adulta con nerviosismo.

—¿Era un metamorfo? —Quiso saber la mayor humedeciendo el algodón con un poco de alcohol para atender la herida de su hija—. ¿Sintieron su aroma?

—No lo sabemos, es la primera vez que lo vemos y no sentí ningún aroma en él —Murmuró Arleth mientras sentía el ardor que generaba el alcohol sobre su espalda—. Dijiste que éramos las únicas que quedaban en Nahuel...

—Es la verdad, no hay más siberianos que nosotras desde hace años, por eso estoy preocupada ¿Están seguras que era un siberiano? —Cuestionó la mayor pasando el algodón sin cuidado ante el nerviosismo que sentía con la información dada por las jovenes.

Arleth dejó salir un gruñido y giro rápidamente hacia la adulta sin poder controlar su ira, la mezcla de dolor que había dejado la pelea y la más reciente discusión con su madre no eran una buena combinación en el día que había sido un desastre, ambas félidas se observaron fijamente por unos segundos hasta que la menor finalmente aparto su mirada, la mayor soltó un suspiro y limpió con más cuidado mientras se preparaba mentalmente para iniciar la conversación.

 —Hay algo que no sabes... —Murmuró la adulta mientras observaba con atención la espalda de la menor, horrorizada por el zarpazo que aquella pelea había dejado como recuerdo.— Desde pequeña siempre te obligue a controlarte y nunca te dije nada, pero hay muchas razones para a verlo hecho —Dijo dejando de lado el algodón, saco de su maletín una aguja para poder coser la herida.

—¿Por qué dices esto de repente? —Cuestionó ella al no entender a donde quería ir la adulta con eso.

—Intenta soportar el dolor... —Se limitó a decir Mariel soltándose un suspiro.

Arleth estuvo apunto de protestar cuando sintió la aguja a travesar la carne abierta de su espalda, provocando que un grito escapara de sus labios mientras intentaba levantarse, sin embargo, el rápido movimiento de parte de sus amigas, estar lograron sostenerla en su lugar para que la adulta pudiese continuar con su labor; la castaña inhalo profundamente cerraba sus ojos permitiéndole a la adulta que cerrara su herida, de repente el aroma a café llego a sus fosas nasales, su mirada no tardo en viajar en dirección a la puerta, la cual fue tocada en ese mismo momento, Nia fue la primera en reaccionar, soltando a la castaña para ir a la ventana y cerrarla con fuerza, poco después tanto ella como Yannah se dirigieron hacia la puerta.

Arleth #Depredadores1 [En Edición]Where stories live. Discover now