Capitulo 40✔

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Rusia

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Rusia

Katherine.

—cuatro, tres, dos y uno...ya voy...— el niño se fue detrás del árbol, pero no encontraba lo que buscaba, revisó detrás de unos arbustos hasta que sonrió y fue directo hacia debajo de las escaleras del patio— ¡Te encontré!

—No es justo...—la niña se cruzó de brazos. — ¿que me delató?

—Nada, yo sé dónde encontrarte. — la niña le sacó la lengua y salió corriendo, pero cayó al suelo lastimándose las rodillas.

—¿Estas bien?

—Me duele mucho— dijo ella mientras miraba con lágrimas a los ojos del niño.

—No te preocupes yo te voy a sanar y nunca te dejaré caer o permitiré que te hagan daño...no me gusta cuando lloras.

—¿Lo prometes Ian?— la niña le miró con una sonrisa.

—Lo prometo Katherine.

El recuerdo seguía arremolinándose en mi cabeza mientras me llevaba a la boca un trozo de pizza con chocolate. Jamás pensé verme comiendo aquella porquería, pero los antojos eran los antojos.

Sentí los ojos del líder de la mafia italiana sobre mi cara y mis ojos se deslizaron como un arma cargada hacia su dirección.

— Te veo muy cómodo para tener un país entero queriendo volarte la cabeza. Estas vivo solo por cortesía del Pakhan.

Con las manos en los bolsillos y su caminar seguro se acercó hacia donde estoy. Me quitó el trozo de pizza y lo botó en la basura, sin tiempo a replicar se arrodilló frente a mi y me besó el estómago.

— Hola bebé. ¿Le puedes dejar claro a tu madre que no me iré lejos de ustedes así tenga a toda Rusia fuera de la puerta queriendo lincharme? Quiero ver si a ti te escucha porque a mi ni caso. — dejó leves caricias y besos a medida que iba hablando. Las manos las cerré detrás de mi espalda con las ganas de acariciar aquella melena.

— El frijol no te oye, Adam. —murmuré.

— Lo sé. Pero el mensaje está entregado. —se levantó en toda su altura y sus manos aun no dejaban mi torzo medio. — Y no voy a parar hasta que te quede claro que no te vas a deshacer de mi. — bajó su cabeza y me dio un beso en la mejilla que duró mas de lo normal haciendo que los dedos de los pies se me enroscaran.

— Hablo en serio. — susurré.

— Yo también. — respondió de igual forma.— ¿No lo recuerdas?

— ¿Qué?

— Lo bien que se sentía lo nuestro. Porque yo lo recuerdo y lo quiero de vuelta. No me importa si me matan intentando recuperar a mi mujer, habrá valido la pena. Regresar sin ti, no lo vale. No quiero regresar a casa y no encontrarte allí. No quiero la vida que me espera en New Orleans si no es contigo, simplemente no vale vivirla.

— Me estás tratando de manipular. — le reproché.

— ¿Manipularte? — tomó mi cara en sus manos. — Te estoy amando. Con los ojos, con las manos, con la lengua, con todo mi maldito cuerpo, con lo que me queda de alma. ¿No entiendes que lo que queda de mi, es tuyo?

Abrí la boca para decirle...ni siquiera sabía que decirle. Mis manos se aferraron a su camisa mientras daba un paso mas cerca y ...

— Mi señora, algo ha pasado. — mi segundo entró desbocado a la cocina con sangre en las manos.

Aro se pega a Nadia mientras que ésta se acuesta cansada, eso hace que acelere el paso corriendo hacia ella.

Las rodillas se me debilitaron al ver el machon rojo que teñía su pelaje blanco. Me asusto aun más al ver sus piernas temblar y el enorme agujero de bala en su pata trasera derecha.

Mis hombres ya habían llamado al veterinario que trabajaba para mi padre y el que los había atendido desde que llegaron a Rusia.

Le grité a todos y a la ves a nadie para que se movieran y no estuvieran como fantasmones al rededor mío. Nadia se iba a poner bien. Era una chica fuerte, solo tenía que aguantar hasta que el veterinario llegara.

Cuando llegó lo hizo acompañado de mi padre quien no se detuvo al ver a Adam cambiando los paños ensangrentados por unos limpios. Los lamentos de la loba eran cada vez mas débiles y con cada segundo se me partía más el corazón.

Rápidamente el doctor tomó el mando, entre mi padre y Adam se la llevaron al cuarto de invitados donde el médico preparó todo para extraerle la bala.

En cuanto Adam salió me envolvió en sus brazos para calmarme. Pasaron unos cuantos minutos hasta que hablé.

— Es mi pequeña. — murmuré.— si le pasa algo me muero. No se oyó nada, ni un disparo, ni un ruido , nada...Tuvo que haber sido en el bosque, mis hombres tampoco han oído nada.

El doctor salió con una cara bastante seria.

—Dime que ella está bien...—mi corazón estaba latiendo rápido y casi sentía el mareo venir.

—Esta fuera de peligro...—el alivio corrió por todo mi cuerpo. —ahora la que puede estar en peligro es usted. —mi ceño se arrugó mientras me entregaba la bala y una tira fina de papel con un dibujo de escorpión.— es un mensaje.

— ¿Sabes de que se trata esto?— mi padre preguntó, pero yo seguía mirando el dibujo hasta que lo arrugué y lo meti en el bolsillo de la sudadera.

—¿Nadia va a necesitar algo más?— ignoré la pregunta de mi padre concentrándome en el doctor.

—Solo esperar a que se le termine el suero y cambiarle las vendas, nada más. Ya después vendré a suministrarle el antibiótico que lleva. Si ya no soy más necesitado me retiro.

—Gracias.

Regresé a la sala donde estaban Vladimir y Adam enfrascados en una bonita conversación.

— Veo que aun sigues abusando de mi misericordia. — le dijo mi padre a Adam.

— No me iré sin Katherine.

— No pensaste mucho en ella cuando decidiste venir a matarme.

— No vine a matarte, vine a que me mataras. Que es diferente. — decidí no entrar y ver de que estaba hablando. — No soy estupido ni ignorante, solo que pensé que no me quedaba nada por vivir. Hasta que llegó en tu lugar y sabía que había echo algo para cabrearte, sabía que no estaba allí para dar a conocer su identidad como el diamante ruso, había sido para salvarme de tí. Ella todavía me ama aunque le cueste decirlo en voz alta.

Tragué saliva mortificada y esperé a que mi padre le negara aquello.

— Me apuñaló por la espalda con tal de salvarte. Esta vez no lo arruines, porque no habrá otra segunda oportunidad para tí. Si mi pequeña derrama una lágrima mas por tu causa, no me verás venir.

Mi padre salió de la sala y se topó conmigo por el pasillo. Me dejó un beso en la frente y sin mediar otra palabra se fue. Sabía que le ocultaba algo, pero le agradecí que no sacara el tema a colación.

Entré al salón y por la cara de Adam sabía lo que venía.

— Soy todo oídos. ¿Que está pasando?

— Tenías razón. — tomé una profunda respiración mientras me miraba con cara de « tener razón ¿sobre que? » — Ian.

Marcada Por Un Mafioso©Where stories live. Discover now