⭐Trilogía Obsesión💎
Libro I
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Adam el diablo italiano como lo conocen en el mundo de la mafia por su implacable crueldad, no conoce otro mundo que la mafia donde sus órdenes son leyes y quien no las cumpla no verá otro ama...
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New Orleans, Luisiana.
Katherine
El día de hoy no lo vi tampoco. Había llenado su teléfono con llamada y mensajes preocupada. Eran las ocho de la noche y todavía no tenía noticias de él. El timbre sonó y salí corriendo. El corazón me retumbó al ver a Mario parado solo sin Adam.
—¿Dónde está?
Miré hacia afuera buscándolo hecha un manojo de nervios. Mario me tomó por los hombros.
—Está bien. Solo sufrió un percance y me mandó a buscarte.
Asentí. Volví en mis pasos y le avisé a mi abuela que pasaría la noche fuera.
—Vamos.
Mario me llevó al Ático y esta vez no admiré la vista del ascensor simplemente emergí como demente del ascensor directo a su puerta. Cuando me abrió me abalancé sobre él mientras me envolvía con sus brazos.
—Por Dios, me asusté muchísimo. —tartamudeé con las emociones revoloteando en mi garganta. Busqué por todo su cuerpo signos de herida. La del hombro estaba más que sana y solo encontré un rasguño en su frente, en su codo y un moretón en la costilla. —¿Qué pasó?
—Alguien tomó fotos de ti con un mensaje de amenaza. Llamé a tu móvil y salió la voz de un tipo distorsionada. Me dijo que si te quería volver a ver viva tendría que ir a donde me dijera. Solo.
—Tuve mi teléfono conmigo todo el tiempo. ¿Cómo es que llamaste a mi móvil y te respondió alguien más?
Asintió llevándome al sofá.
—Clonaron tu móvil. Para el momento que Mario me avisó que estabas en la empresa ya era demasiado tarde. Ya estaba cerca de la localización. Voltearon mi auto a un barranco, pude salir antes de que explotara el Lamborghini.
Me paré de inmediato del sofá enojada y a la vez con ganas de llorar, pero antes de soltarme a llorar tenía que soltarle unas cuantas cosas.
—¡¿Eres estúpido?!—grité. —¡¿Cómo vas a ir solo?! Tienes más guardaespaldas que el presidente, pero son unos completos inútiles. ¿Cómo te van a dejar salir solo?
—¡Estabas en peligro! ¡No me importó, si con eso conseguía que no te hirieran! — me gritó tomándome de la cabeza.
—¿Qué si te llegan a matar? ¿ah? Dime ¿Qué me hago yo? —le comencé a dar en el pecho con cada palabra que soltaba junto a las lágrimas. — No quiero que vuelvas a hacer algo como eso, imbécil.
—Ven, demonio. —Adam me atrajo a sus labios devorándome con su boca.
Lo quería matar por ser tan estúpido y a la vez le quería dar tanto amor. Lo empujé al sofá al verle hacer una mueca de dolor. Me subí sobre él. No quería que hiciera mucha fuerza.
