Capitulo 9 ✔

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New Orleans, Luisiana

Katherine

Nunca pensé estar en semejante situación. Me estaba dejando llevar en esta cosa rara que tenía con mi jefe, pero lo que todavía no podía creer, era que el hombre que me salvó en el estacionamiento fuera su chofer. Mario se veía un tipo amigable, aunque su porte decía otra cosa.

— Gracias de nuevo por salvarme a mí y a mi amiga. —dije cuando estábamos en marcha camino a mi casa.

— Fue todo un placer señorita Petrov —respondió vista al frente con una sonrisa.

— Por favor dime Katherine. —devolví la sonrisa. Me entró la curiosidad y pregunté. — No quiero parecer chismosa o entrometida, pero, voy a ser chismosa e entrometida. ¿Cuánto hace que trabajas para Adam? Si se puede saber.

— Llevo 22 años trabajando para los Mazzini. —soltó con una expresión de orgullo.

—Vaya, eso son bastantes años. —murmuré más para mí que para él. — y paciencia. —A lo que él soltó una pequeña risita. — si es que se pone en plan de niño celoso con cada mujer.

— Me agradas y es por el único motivo que te diré esto. La única por la que ha montado escenas de celo es por ti.

Me quedé paralizada. Mi corazón no pudo evitar ir más rápido que de costumbre. Al parecer Adam no mostraba su "eres mía y de nadie más" con nadie, excepto conmigo, eso hizo que un montón de mariposas retozaran en mi estómago.

«Cálmate Katherine agarra bien esas mariposas que es muy pronto para que estén volando.»

La reacción de Adam era normal en cualquier novio, quiero decir ¿somos novios ¿no? No es que lo hayamos aclarado ni nada. Ay mierda, debí sacarlo en la conversación. No pensaba ser la amante de nadie.

Imagine Dragon empezó a impregnar el ambiente con Believer sacándome de mi absurdo dilema.

— ¿Te gusta Imagine Dragon? —solté sorprendida.

— ¡Eh! Puedo tener 52 años, pero no soy un anticuado, este grupo es la bomba. —me respondió estacionando el auto frente a mi casa.

— ¿No quieres pasar? De seguro mi abuela tiene un pastel de arándanos y segura de que estaría encantada de conocer al salvador de su nieta. —le ofrecí con alegría.

— Lo siento Katherine, pero estoy justo con el tiempo y tengo que recoger al Señor Mazzini de una reunión a las cinco y faltan veinte minutos, pero te prometo que un día llegaré a tu casa. ―me miró con ojos cálidos y le di un beso en la mejilla.

―Nos vemos. ―me bajé del auto y por la ventana le reiteré. — Mantén tu promesa y cuídate.

— Siempre. —dijo mientras subía la ventanilla y me pareció oír. — Creo que el pequeño encontró la horma de sus zapatos.

Marcada Por Un Mafioso©Where stories live. Discover now