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- Tienes suerte princesa, haz salido ilesa en el tiempo que estuviste con nosotras- se dirigió a mi una de las mujeres de la prisión.

- Admite que me extrañaras- respondí sonriendo.

- Niña maleducada- dijo acercándose a mí y tomándome del cuello de la ropa, levantándome ligeramente del suelo- ¡¿cuánto más debo de golpearte para que entiendas que solo eres una más?!

Era cierto.

Cuando había ingresado a la prisión creí que moriría a manos de esta mujer.

El primer día fue uno de los peores días de mi vida. Ese día la mujer frente a mi, llamada kwong Jea, me dio la "bienvenida" y a eso me refiero a que ella y otras más me pegaron hasta agonizar pero luego el rumor de que era una sasaeng recorrió todo el predio y peor lugar para serlo... Muchas de las mujeres que estaban aquí eran como mi madre, amaban los doramas y otras que eran de mi edad que tenían sus idols favoritos como cualquier joven normal.

Estuve un mes en cama teniendo que aguantar cada insulto y como si fuera poco, habían dos oficiales que venían a insultarme y a tocar a la "pobre muchacha paralítica" porque eso pasó, las malditas me habían pegado con palos y me patearon cuando caí al suelo. Uno de esos golpes me había dado en la columna dejándome prácticamente paralítica.

Si ahora salía caminando de este horrible lugar era gracias a la señora Dispatch y el abogado Kang Hoon, ellos pagaron los tratamientos más caros y estaba agradecida.

- Quizás la próxima- respondí soltandome de su agarre.

- Kim Hanul, acelera el paso o quieres quedarte- me amenazó  un oficial y solo caminé hacia él.

- ¡Quítale el maldito bar a tu primo y no dejes que nadie más te toque ni con la mirada! ¡Cuando salga, te ayudaré! - dijo Jea despidiéndose con la mano.

Sonreí tristemente y me alejé de ella caminando hacia la puerta que daría a mi libertad. El oficial me quitó las esposas y me entregó ropa nueva. Eran unos jeans azules ajustados y una blusa holgada. Me guio hasta el baño en dónde me desvestí con miedo, aún no me creía del todo el hecho de que al fin sería libre.

- Su abogado y la mujer de siempre la esperan, apurese- dijo el guardia golpeando la puerta del baño así que salí. Me dio una mirada rápida y solo cogió el horrible enterizo holgado azul que me acompañó estos largos días.

Esta es la primera vez que me visto con ropa de calle y realmente me sentía totalmente extraña. Extrañaba usar ropa normal, aquí sólo tenía dos prendas que eran los mismos malditos enterizos azules. Lo único bueno de esto, es que aprendí a lavar mi ropa.

Caminamos hacia la entrada. Pocas veces venía a ese lugar. Hyunjin vino a visitarme los primeros dos meses, lo hacía por lo menos una vez a la semana y luego desapareció pero nunca dejé de esperarlo. Minho vino dos veces, siempre un día antes de navidad y solo era para dejarme fotos impresas de Toribio y decirme "no cometas ninguna estupidez" y así como llegaba, se iba, sin decirme nada más. Aquí era donde además de recibir visitas, se respondía llamadas, las cuales en mi caso, unas cuantas veces fueron de Jin pero siempre era para pedirme perdón y terminar llorando, así que pedí que dejen de recibir sus llamadas al igual que las de Kai, aunque las de él eran raras, nunca hablaba solo decía "hola soy yo, Kai, nuevamente" y luego eran minutos y horas de solo escuchar el silencio y uno que otro suspiro.

Después de la formalidad de decir al oficial mi fecha de nacimiento y otros datos como si no supieran mi maldita identidad, me permitieron salir.

- Espero no volverla a ver- dijo el oficial como despedida. 

¿Eres una sasaeng? (2da Parte) [TERMINADA] Where stories live. Discover now