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Al día siguiente esperaron juntos que Stanley Uris pueda ser dado de alta del hospital, por suerte él ya se había recuperado, solo tenía una enorme cicatriz en su abdomen plano por las a puñaladas, los rumores decían que fue un milagro el seguir vivo aunque estuviera casi al borde de la muerte.

—¡Stan! —exclamaron los perdedores al unísono abrazando a su amigo, este trató de corresponder a todos ellos con cariño.

Bill se había quedado un poco más en el hospital hasta que también llegara la noticia, salió de la puerta con ropa nueva, en sus brazos podían observarse un par de vendajes que la enfermera le pidió no removerlos hasta dentro de una semana, entonces podía seguir calmado de seguir con sus proyectos regresando a Portland.

—Oigan aprovechando...—carraspeó el asmático—, ¿podemos irnos de aquí? Odio los hospitales -dijo Eddie.

—Claro-Stanley sonrió—-. Tengo que volver a casa con Patty, me ha de estar esperando. ¿Estarán bien?

—No te preocupes Stannie—dice Mikey—. Ve si quieres, yo me encargaré de llevar a los demás al aeropuerto.

—Me hubiera gustado que pasemos más tiempo todos juntos —dijo Ben—. ¿Les parece reunirnos en unos meses de nuevo? Ya saben... Más calmados de todo esto.

—Sí, claro, aprovechando que el cadáver de Henry se ha de estar pudriendo en el Neibolt-rió Richie, pero los demás lo vieron enfadados—. ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?

—Solo lo hermoso que estás—le dijo Eddie haciendo un puchero y acercando sus manos para dejarle un piquito en sus labios—. Ya tenemos las maletas en el auto de Mike, llegaremos de ser posible en una hora al aeropuerto.

—Bueno... Espero y tengan un buen viaje a casa—dijo Stanley, mirando directamente hacia Bill–. No se te olvide llamarme cuando llegues.

—Claro S-Stan—sonrió—. V-Vámonos chicos.

—¡Adiós jaboncín! —se despidió Richie retrocediendo de espaldas hacia la puerta-. ¡Cuídate mucho!

Los perdedores salieron del hospital donde la carcacha de Mike los esperaba, por fin se irían de este nefasto y efímero viaje en Derry y Eddie solo sentía la necesidad de querer abandonar Maine lo más pronto posible, aunque eso tuviera que ver con no ver a sus amigos de la infancia hasta cierto tiempo, pero entendían que, en este punto, todo necesitaba ser restaurado con el paso de los meses.

Stanley mira a sus amigos partir aquel día y, la verdad, todo es mejor que antes para él. Necesitaba algo que llenara su corazón, y eso fue su amistad con los perdedores, pues jamás olvidó lo mucho que sus amigos valían para él cuando estuvieran en peligro, sino fuera por ellos no tenía idea de si tuviera la oportunidad de volver a ver la noche de nuevo.

—Lo haré Tozier—susurró para sí mismo—. Lo haré por todos ustedes.


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Ben, Bill y Beverly tomaron vuelos separados, pero Richie y Eddie tomaron uno juntos.

Irían a Nueva York de último momento, Richie tuvo que convencer a Eddie de vivir con él durante este tiempo, luego podrían volver a Boston, pues el espacio de la casa de Eddie era mucho más extenso que el de Richie, pero por cuestión de vuelos y horas el asmático cedió a su pareja, aprovechando que tenía su ropa y cosas necesarias en su equipaje.

El viaje a Nueva York fue más extenso del que tuvieron en Maine, quizá por la preocupación de ambos al vivir juntos, a Richie no le sorprendía si Eddie se queja cuando vea lo desorganizado que seguro está su casa de "soltero", muchas cosas cambiarían en adelante.

Al aterrizar en la noche bajaron del avión bastante cómodos de tener largas siestas juntos. Se detuvieron a comer tranquilamente afuera del aeropuerto esperando  que un taxi fuera por ellos, sin embargo, el viento frío que les cubría las mejillas a ambos empezó a causar molestias, solo que Eddie tenía una camisa más ligera que la de Richie, lo cual trató de controlar sin demasiado éxito, por esa razón Richie notó el movimiento inquieto de Edward soltando humo de sus labios.

—¿Tienes frío?—le preguntó el bocazas—. Parece que vas a resfriarte.

— Estoy que muero, ¿cuando vendrán por nosotros?—cuestiona Eddie abrazándose a sí mismo, recargando su cuerpo sobre el hombro ajeno.

—Veo un taxi por allá—le señaló Richie a lo lejos, después se quitó su chaqueta y se la colocó en los hombros a su pareja—. Toma, la necesitas más que yo.

Eddie se cubrió la espalda con la suave chaqueta de Richie y el frío de su cuerpo fue disminuyendo. Se preocupó de si su pareja estaba bien con solo traer su camisa, pero no parecía tener el mismo efecto del frío que Eddie tuvo sintiéndose tan pequeño al lado suyo, pero en realidad es incapaz de tener esa intranquilidad cuando Richie se ponía en peligro por exageradamente todo más de lo que Eddie ha estado.

—Gracias—se puso de puntitas y lo besó, Eddie entrelaza sus manos con las de Richie y sin decir otra cosa más se apresuran a detener el taxi antes de que otra persona lo tome.


 . . .

No se podía decir mucho de la casa de Richie porque lo descuidó sin tener en cuenta que un día de estos se encontraría al amor de su vida de nuevo. Eddie avanzó a la casa aprovechando que le había dado las llaves para mover sus maletas, al entrar lo primero que nota fue la ropa tirada de Richie en el suelo y algo de polvo alrededor de la casa, al menos tenía un espacio relativamente para los dos.

—¡Espera, Eddie!—gritó Richie detrás suyo jalando su propio equipaje al interior de su casa—. Ah... Se me había olvidado que esto es un completo desastre.

El castaño no dijo nada hasta colocar las maletas en el sofá de su novio, viendo que toda la habitación Richie sería un trabajo difícil, pero no imposible para Eddie si quería acostumbrarse a vivir, se rehusaba a que Richie viviera así, entre tantas latas de cerveza y vino por doquier, Eddie frunció el ceño al ver los calzoncillos del bocazas en el piso.

—Richard Tozier, es hora de trabajar seriamente aquí—dijo Eddie, tomando una de las escobas que reposaba en la pared—. Por tu bien y por el mío, o juro que es más cómodo dormir en tu jardín.

—Tampoco exageres Eddie, tal vez mi casa no ha tenido cuidados suficientes, podemos limpiar otro día amor—dijo Richie agarrando a Eddie de la cintura, atrayéndolo hacia él—. Por favor Eds...

Coloca una mano sobre su pecho y lo mira fijamente.

—Es una oferta muy tentadora...—susurra, mas coloca uno de sus dedos sobre los labios de su pareja y con us mano libre le ofrece la escoba—. Pero... será mejor que te pongas a limpiar o dudo acostarme contigo esta noche.

—Eres muy cruel Kaspbrak—agarra el objeto y forma un puchero en sus labios—. Tus deseos son órdenes.

—Limpiaremos juntos, créeme que será divertido—dijo Eddie—. A trabajar cariño. 

pink shirt.➸ reddie;Where stories live. Discover now