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-Tengo hambre.

Estaban sentados, Eddie se había puesto una camisa blanca que Richie le había prestado cuando llegaron a su casa después de clases.

El jardín de la casa de Richie era muy lindo, tenía un par de flores que su madre cuidaba y un par de sillas flexibles.

-Podemos pedir pizza, si quieres -dijo Richie encogiéndose de hombros.

-¿Tus padres no se van a enojar?

-No lo creo, están trabajando, y si nos ven les diré que viniste a un trabajo de la escuela.

Eddie observó la tela blanca, le quedaba holgada sobre los hombros y al ser algo transparente dejaba ver parte de sus pezones debajo de esta.

Las heridas del rostro de Eddie fueron cubiertas con algo de polvo para maquillaje de la mamá de Richie. Mientras que la sangre que tenía en el rostro fue lavada cuando estaban en el baño.

Richie fue hasta donde se encontraba el teléfono de la casa. Llamó por comida cerca de Derry, pocas eran las zonas las pizzerías abiertas, pero por suerte logró pedir una pizza mediana indicando la dirección de su casa. Al colgar, miró a Eddie con una sonrisa.

-¿Tienes diez dólares?

El asmático buscó entre sus bolsillos, sacando un par de billetes doblados que su mamá le había entregado en la mañana y se los dió a Richie de mala gana. Este sonrió y lo juntó con el poco dinero que tenía en manos, logrando así reunir lo suficiente para pagar la pizza.

-No puedo quedarme mucho tiempo, mamá quiere que regrese a casa temprano, y debo de tomar mis medicinas-dijo Eddie.

-Tampoco te pido que te quedes a dormir conmigo a espaldas de tu gorda madre, Eds. Aunque si insistes mi casa es tuya-respondió Richie guiñándole el ojo coqueto.

-Beep beep, Richie-espetó el castaño sonriente-. Es una lástima, mi camisa preferida se estropeó por culpa de Bowers.

-Puedes comprarte otra, aprovecha que las mías son lindas, mi ropa te queda muy bien.

-Pero me gustaba porque era rosa, y adoro el rosa.

Richie lo sabía. Conocía muy bien a Eddie más que sus otros amigos, lo que le gustaba o disgustaba, incluso en ocasiones podría, al menos, analizar lo que Eddie diría en medio de la clase, y de qué tanto hablaba sobre sus medicamentos, los cuales aprendió cada uno de ellos a las horas que Eddie los toma. No obstante, Richie nunca entendió cual era la necesidad de Eddie en seguir recibiendo los insultos molestos de Henry.

-No te culpo por vestir de rosa, pero evítalo, ya sabes... Por Bowers-dijo Richie, y el castaño negó.

-Puedo aguantar esto y mucho más, es mi manera de vestir, no por eso soy un marica o una chica. Solo soy yo, totalmente yo.

Totalmente tú, claro que si Kaspbrak. Tan tú que me vuelves loco, tan tú que me encanta que vistas de rosa.

Richie suspiró, no de pena, ni de cansancio, pero sí de melancolía, porque el chico que le gustaba se encontraba delante suyo. Cualquiera, menos Eddie, notaría el demasiado amor que le tenía. Si eso era ser un marica Richie completamente lo era.


-¿Sabes Eds? Te quiero muchísimo -dijo Richie, inclinándose a besar su mejilla y apretarla.

-¡Rich! ¡No hagas eso! -se quejó Eddie, tratando de apartarlo-. No me gusta que me digas Eds y que me aprietes las mejillas.

-Lo sé, Eddie -rió Richie -. Pero a mi me gusta.

Me gustas.

pink shirt.➸ reddie;Where stories live. Discover now