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Tenía miedo.

Miedo de perderse, caer en coma y morir de un ataque de asma.

Eddie estaba encerrado en un cubículo del baño, aferrando sus rodillas contra su delgado pecho. El diminuto inhalador le temblaba en la mano, llevándoselo a la boca y jalando del gatillo con las nulas fuerzas que tenía.

Quería llorar, o bueno, ya lo hacía. Apenas y la respiración le era de mucha ayuda. La desesperación de que Henry volviese a encontrarlo para golpear a Eddie aumentó, acompañado de la euforia subiendo hasta la sangre. Mierda, Eddie se había lastimado corriendo a buscar un lugar seguro.

Su camisa de tonos rosa pastel se empañó de su propia sangre. La nariz le corría un brote de líquido tan rojo que sus moretones lograba combinar sus tonalidades con las insesantes lágrimas salir de sus pequeños ojos.

Eddie, Eddie, Eddieee.

Golpeaban la puerta de los baños una y otra vez. Pensó, al principio, que se tratase de Víctor o el otro amigo de Henry. Eddie no respondió al primer llamado, pero su respiración agitada lo dejaba en evidencia.

Pudo ver los zapatos oscuros asomándose detrás de la puerta que los distanciaba. El castaño retrocedió, golpeándose la cabeza contra la pared soltando un jadeo de dolor.

La persona que lo buscaba lo notó, y, agachándose, se encontró un lastimado chico. Eddie lo miró entre lágrimas, aliviado de que sólo se tratase de Richie Tozier quién lo buscaba. Ese tonto chico de su clase de anteojos grandes que no dejaba de hablar cuando era el momento más innecesario, haciendo bromas en clase e imitaciones baratas, muy buenas, pero baratas.

—¡Diablos, Eddie! —exclamó Richie al verlo tan débil y lastimado —. Anda, abre la puerta Bowers no está aquí.

—¿Cómo estoy seguro que no te tiene amenazado, huh? Vete de aquí Richard, estoy bien—respondió Eddie.

—Confía en mi Eds. Ábreme la puerta, o me meteré a la fuerza.

Eddie ignoró el comentario de Richie, ¿y si era capaz de meterse? No lo sabía, la puerta estaba atrancada con una cerradura de metal. Pero no se esperaba que Richie de verdad se metería por debajo de la puerta del baño.

Su amigo era de complexión delgada, quizá por eso Eddie se asustó de verlo entrar como si nada, y sin pudor alguno de que estuviese haciendo sus necesidades o no, lo cual era un alivio, porque ahora sólo tenía que preocuparse de no mal entender la situación de dos chicos dentro de un mismo baño.

—Estás loco Tozier...

—No más que los putos de Henry Bowers y sus amigos. Déjame verte.

Richie acercó sus manos al rostro de Eddie, empapándose de lágrimas y sangre. Su rostro estaba demacrado, pero él no dejaba de ser tan lindo, esos moretones en su blanca tez solo eran capas de un ser hermoso. Un chico asmático que se robaba el corazón de Richie.

Pero Eddie no lo sabía, pensaba que, para todo el mundo, solo era un chico que amaba vestirse de rosa porque solía ser su color preferido, sin embargo su pequeña estatura y físico lo hacía ver femenino. Podía tener mejores caderas que Beverly Marsh si lo pensaba bien.

—Hijos de perra...—Richie tomó papel higiénico, pasándolo por el rostro manchado de Eddie—. Ya, sunshine, las cosas estarán bien. ¡Ahioh! ¡No llores mi querido camarada, o te lanzaré por la borda!

Eddie rió a carcajadas ante la patética imitación de Richie. Servía demasiado en un momento así, y su corazón no estaba más que agradecido de ser él quien causara sus sonrisas.

Las lágrimas de tristeza se volvieron de felicidad. Oh, lo necesitaba mucho, y ahí estaba ese idiota sacándole las mejores risas de su vida. 

No lo pensó mucho y abrazó a Richie, apegó su cuerpo con el suyo. Sus pequeños brazos rodearon sus hombros y ocultó el rostro en el espacio de su cuello.  Quedándose ahí un par de minutos hasta el sonar de la campana.

pink shirt.➸ reddie;Where stories live. Discover now