Me empiné la botella hasta que las lágrimas salieron despedidas por mis mejillas. Me hundí en el sofá ahogando lo que tenía escociendo en el pecho. Si se quería ir que se fuera, no iba a ser el primer hombre que lo hacía. Me costó levantarme del primero, el segundo casi me mata y este no va a hacer que me hunda en la miseria.

—Quizás sea lo mejor. —me llevé la botella a la boca de nuevo. —No puedo sacármelo, lo tengo marcado en cada centímetro de mi cuerpo, en mi corazón, en mi interior...—lo miré a los ojos— él me lo dijo. —Joshua me miró con el ceño fruncido. —Que yo estaría marcada por él. No le hice caso y en el proceso estoy hiriendo a John, él no se merece eso, merece que alguien lo ame completamente. Quisiera ser esa persona, pero no puedo. Dios sabe cuanto me gusta ese hombre allá arriba y lo que daría por devolver lo que él me da. —me limpié la cara y me terminé la botella. — Estoy rota y estoy dañando todo lo que me toca.

—No pienses así. ¿Te has propuesto si quiera intentarlo de nuevo con el italiano? Por lo que me constaste, él no está mucho mejor.

—No digas estupideces. —negué con la cabeza tratando de despejar la neblina que ocupaba mi mente. — ¡Soy el maldito Diamante Ruso! No solamente me alié a sus enemigos, le robé sus contactos, maté a su mayor proveedor. Lo utilicé como a una prostituta, me aproveché de que subestimara esta cara de ángel que una vez conoció para meterme en su casa, su empresa y su imperio. —Una risa amara salió de mi garganta. — ¿crees que me lo va a perdonar?

Joshua me quitó la botella y me puso el móvil en la mano.

—Hay una forma de saberlo. —se levantó para irse. La cabeza me daba vueltas —Creo que llevas la ventaja porque aún no te ha superado.

Marqué el numero que me sabía a pulso y al tercer tono levantó la llamada.

— ¿Con quién tengo el placer? —¿Cómo era posible que su voz causara tanto efecto en mí? No pude evitar que mi respiración se entrecortara y mi corazón latiera más rápido. — ¿Hola?

— Hey...—suspiré.

Al otro lado de la línea se oyó un estruendo y un batir de sábanas. Estaba durmiendo.

— ¿Preciosa eres tú? —había un tono de anhelo en su voz casi febril.

— Solo quería decirte...—dije con la lengua enredada y controlé a duras penas un sollozo. — No quiero que me odies también.

— ¿Nena estás llorando?

—No, estoy borracha y triste. Y probablemente me arrepienta mañana, pero aún estoy...

— Adam... vuelve a la cama cariño... —la voz de una mujer lo llamó y todo se asentó de mala manera. Me dejé caer en el sofá con el antebrazo en los ojos. No era ajena a que las mujeres pasaban por su cama, pero nunca en la cama de su ático. Y según el localizador que le había puesto, ahí era donde estaba.

—No es lo que piensas...

—Olvida lo que dije, el alcohol es un mal concejero. — y Joshua también. Colgué y amortigüé el llanto en mi pecho. Nadie jamás volverá a oírme llorar. Unos cuerpos enormes y peludos se subieron sobre sofá acurrucándose a mi lado hasta que me quedé dormida.

**

Adam

Entré a la sala de la nueva casa que Fabrizzio había comprado para él y su esposa. Una cosa gorda y rechoncha salió corriendo con la lengua afuera escalera abajo y se paró en alto mirándome ocupar su territorio. Su pose cambió afincando sus patas delanteras y sacando un pecho musculoso, sus orejas puntiagudas y bien firmes me dijo todo lo que necesitaba saber.

Marcada Por Un Mafioso©Where stories live. Discover now